Nueve historias de violencia hacia las mujeres en la política en América Latina

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Hablar de la violencia de género nunca es fácil. Atreverse a romper el silencio requiere de valor y también de un proceso interior de elaboración; un acto de generosidad hacia otras mujeres que han vivido lo mismo. Hablar de la violencia contra las mujeres en política es también difícil porque la percepción de aún ser trasgresoras, al estar en un espacio de no pertenencia, puede inhibir el manifestar la violencia vivida.

A continuación Nueve testimonios de mujeres valientes que han superado diferentes situaciones de violencia de género en la política. Sus voces son necesarias porque muestran una realidad poco asumida, desconocida para muchas personas y subestimada por la mayoría.

Talíria Petrone

Diputada Federal de Brasil (2019-2023). Compañera de Marielle Franco, asesinada en marzo de 2018.

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icon La ejecución de Marielle sacudió las estructuras de nuestro mandato, y de nuestra vida hasta hoy. De ahí vino la decisión de ser diputada federal. Fue una respuesta política. También mi lucha contra el genocidio de jóvenes negros, que es un problema muy grave en Brasil. […]

Después de la ejecución de Marielle, se me asignó escolta. Aun así, tuve que ser evacuada por seguridad. Se suman las diferentes violencias concretas a las violencias simbólicas. Es horrible cuando existe un video tuyo viralizado diciendo que eres defensora de bandidos.

Lo que pasó con Marielle cambió nuestras vidas; cambió mi vida personal de una forma que nunca más va a volver a ser como era antes, siento mucho dolor. La política es un lugar muy masculino, muy poco nuestro. Nosotras éramos muy compañeras; por ello es una pérdida que es difícil poner en palabras. Y estar todo este tiempo sin respuestas, sin saber quién la mandó a matar, nos deja a todas, en especial a las mujeres negras, así sin saber. Pero también despertó un sentido de urgencia. ¿Yo tengo miedo? Sí, tengo. Pero también pienso que hemos perdido tanto. Entonces de alguna manera, contradictoriamente, ese mismo dolor, es también muy potente, nos da mucha fuerza para seguir adelante, por Marielle, y por las que son derrumbadas; por tantas madres que tienen hijos asesinados. […]

Hay muchas personas que se ven reflejadas en ti, especialmente las mujeres; ellas tienen esperanza y confían. Hay un sustento como luz en eso. Yo creo que tenemos la obligación de ser cada vez más nosotras mismas. Por Dorothy, por tantas otras que vinieron antes, y sin duda, por Marielle, es muy importante que sigamos adelante."

 

Elisa Zepeda Lagunas

Diputada local en Oaxaca, México. Junto a su familia y compañeras/os fue víctima de violencia política en diciembre de 2014.

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icon Fue un escenario tremendo, porque iban sobre mi cabeza y la de mi familia, querían dejar un escarmiento hacia las mujeres para que no nos volviéramos a atrever a encabezar movimientos. Quemaron negocios de familiares míos, de amigos que me acompañaban en todo este proceso. Finalmente me atraparon, me golpearon brutalmente, me expusieron públicamente; me mostraban con su gente y decían: “esto te pasa por meterte en asuntos del pueblo”. En ese momento fue quedándome más claro que todas las agresiones anteriores y ésta eran por pronunciarme, por denunciar, por acompañar a las mujeres, por hacer cosas, qué […] no deberíamos hacer las mujeres.

[…]Me enfrenté a los poderes más grandes del pueblo. Ese fue el costo más alto que tuve que pagar, la muerte de mi hermano y mi compañero.

A pesar de lo terrible que había vivido volví a la política, tenemos muchas cosas que cambiar. Yo ni siquiera quería reunirme con la gente, porque sentía un nivel de culpa tan grande. Tuve que hacer un trabajo personal para resignificar todo esto, pero justamente hombres y mujeres, sobre todo mujeres, me visitaban y me decían: “no tenemos que desistir, tenemos que seguir avanzando; si en este momento paramos todo va a ser peor”. Entonces retomé las reuniones con mi grupo de trabajo. Habíamos sembrado una semilla que estaba germinando. Volví a la política, porque era necesario seguir luchando por nuestros derechos como mujeres, para que ocupemos espacios de decisión y que ayudemos a eliminar ese tipo de violencia que vivimos, que viví, junto con mi familia. El no pasar a un plano invisible y no quedarme como una víctima, sino más bien como una mujer que vivió una situación muy difícil, la cual la viven muchas mujeres aquí en mi región y estado. Tener claro que las mujeres podemos y debemos avanzar."

 

María Alejandra Rabaza Soterio

Fue electa como edil de la junta departamental de Rivera, Uruguay (2015-2020). Renunció al cargo en abril de 2018 luego de sufrir violencia.

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icon Viví momentos difíciles. Empecé a ser cuestionada con el argumento de que yo estaría tratando de romper la unidad. Pasé a ser el chivo expiatorio y si bien esto se mantenía en un espacio estrictamente sectorial y restringido, un día, uno de los compañeros ediles, realiza una publicación en las redes sociales, colocando mi nombre y apellido, señalando: “ya descubrimos a esta traidora, es una infiltrada del partido de la oposición”. Indudablemente este comentario explotó en las redes, porque mi nombre ya era conocido por las propias funciones que me tocó desempeñar.

A partir de ese momento, se realiza una ofensiva en varios frentes, planteando calumnias tanto a nivel departamental de la coalición partidaria a la que pertenece el sector del que yo formaba parte, como a través de las redes. Fue una forma de legitimar esa violencia política, descalificándome, generando daños morales contra mi dignidad. Se va estructurando un complot a nivel sectorial, evitan hablar ante mi presencia, no me permiten espacios para poder defenderme, se me limita la posibilidad de entrar a sesionar en el órgano deliberativo.

Mi voz y mi presencia fueron invisibilizadas. En las propias sesiones, se empezó a hablar de mi vida personal. Yo llegaba media hora antes para la reunión de la bancada y nadie me respondía el saludo, no compartían conmigo los temas que conversaban. Eran tanto mis propios compañeros varones como mis compañeras mujeres que reproducían la misma actitud. Hay mujeres que pueden ser funcionales a este tipo de prácticas. Luego recibí amenazas de uno de los ediles, el cual me envía un mensaje diciéndome “traidora”, “sucia”. Sentía que se me habían cerrado puertas. La inseguridad y la soledad, me estaba dominando y atemorizando. Por lo cual tuve que ceder y tomar una decisión, pues no veía ninguna posibilidad de recurrir a ningún lado, tanto para denunciar el tipo de violencia, como para recibir protección. Tuve que dar un paso al costado y renunciar."

Vicencia Apaza Cachi

Concejala del municipio de San Pedro de Curahuara, Bolivia (2015-2020). La violencia en el ejercicio de su cargo implicó que fuera suspendida en 2019. Fue restituida a través de un amparo.

Vicencia Apaza Cachi
 

icon Cuando empezamos las tareas en el consejo no teníamos problemas, entramos con una sana mentalidad. La situación de violencia que empecé a vivir, junto con otra concejala de mi municipio, inicia hace dos años cuando empezamos el trabajo de fiscalización a la gestión del municipio, pues se presentaron situaciones irregulares en el uso de recursos y bienes del estado. Después de ser discutidas en el Concejo, de mandar cartas, sin ninguna respuesta o solución, entonces presentamos denuncia al Ministerio Público y al Ministerio de Transparencia, y el alcalde y los concejales se enojaron mucho; ahí empezó todo. […]

“No te metas en esos asuntos, no hurgues en esas cosas, si quieres ver con vida a tú hijo... sabemos dónde está” decían, hasta que tuve que sacar a mi hijo de mi comunidad para protegerlo, para cuidarlo. También han planeado ejecutarme a sangre fría, esto me han avisado otros hermanos, “el día viernes el alcalde y los otros estaban pensando en ejecutarte”. Primero, en mi familia me decían “no es posible que estén planeando algo, sólo debe ser para asustarte, para que tengas miedo”, pero como me preocupé mucho me fui rápidamente al Ministerio de Justicia y en ese momento pidieron garantías, ahí sí se movieron; he mostrado los mensajes y las fotos que me habían mandado.

Después, no me dejaban participar en las sesiones. Desde la comunidad, nos toca trasladarnos hasta el pueblo porque ahí está la oficina municipal. Cuando llegábamos, habían decidido llevar la sesión en otra comunidad, sin previo aviso. Al principio contratábamos motos o taxis locales, pero era muy caro, al final me compré una moto y tenía que buscar dónde era la reunión, en mi moto tenía que corretear, alcanzarlos para ver dónde se instalaría la sesión. Tuve que recorrer por lugares muy lejanos en los cuales no hay ningún camino bueno, con ripio. He tenido un par de accidentes, pasando ríos, montañas, lugares en los cuales sólo pasan vizcachas, pero hacía todos los esfuerzos para llegar, porque ellos se iban en la camioneta del municipio y cambiaban los lugares de las reuniones de manera arbitraria, sin cumplir con el reglamento.

Lourdes Tibán Guala

Participó en cargos ejecutivos y legislativos (2009-2017) en Ecuador. Sufrió violencia en diferentes momentos de su función pública.

Lourdes Tiban Guala
 

icon La violencia política se ve en el día a día y en el paso a paso. Viví todas las violencias. Viví violencia física cuando me mandaron a agredir en la Asamblea Nacional, después de unas declaraciones que hice contra el presidente de la República. Me empujaron, me votaron al piso, puesto que se considera un estorbo para el machismo y la política. Cuando no estás de acuerdo, el gobierno manda a pegarme y eso no es todo, los que vinieron a agredirme, gritaban y decían, “eso te pasa por quita-maridos”.

Yo antes pensaba que el paso de una mujer era valorado, por estar en una función pública tan grande como la legislatura, pero luego te dicen estos comentarios y los difunden en las redes sociales desde el gobierno. El daño psicológico, puede ser mucho más grave que el daño físico. Lo que más quedó en los medios fue: “a Lourdes Tibán le pegaron porque es quita-maridos”. La parte física y psicológica de la violencia vienen de la mano.

En la puerta de la Asamblea, una pandilla me agredió, me amenazaron, dijeron “si sigues hablando ya verás lo que te pasa”. Cuatro o cinco veces, de amenazas y agresiones me ha salvado la escolta legislativa, dos veces tuve el auxilio de la policía. La violencia política es terrible, más cuando tu vives un proceso de democracia camuflada, se dice “aquí no pasa nada” pero te andan siguiendo; por ejemplo, yo tenía siempre un carro que me seguía desde que salgo de la casa hasta que llego a Quito, que me va haciendo luces y siguiendo; una no sabe a qué hora te choca o te puede desviar y una mirando por el retrovisor viendo que todo el tiempo te siguen, es una forma de presión psicológica. Para hablar de ciertos temas ya no tienes seguridad ni para hablar por teléfono, hay que buscar donde ir para protegerse, a la casa de amigos, de una organización, ya que el carro está tras tuyo en todo momento afectando la parte psicológica, porque no sabes a qué hora te caen. La discriminación es triple, te ven como pobre, como mujer y como indígena. Si llega una mestiza en un carro a la Asamblea no pasa nada, si una llega en un carro como el mío dicen “mira, una india manejando carro, cuanto se robaría”. Entonces la discriminación es racial.

Thelma Cabrera

Con más de 26 años de activismo, fue candidata presidencial en Guatemala en 2019. Durante la campaña sufrió diferentes manifestaciones violentas.

Thelma Cabrera
 

icon Ya desde que estábamos en CODECA [Comité de Desarrollo Campesino] en los medios de comunicación se ocuparon de decir “estos son ladrones, estos son terroristas” por lo tanto, “son criminales, todos van a ir a la cárcel”. Crearon una fiscalía directamente para perseguir a CODECA, pero en ningún momento ha funcionado porque no hemos cometido delito. Sin embargo, en este contexto de participación yo estuve muy clara de que, a pesar del racismo, el machismo y el patriarcado que está impuesto por el mismo sistema, esta situación iba aumentar en el momento electoral y justamente con odio, con el objetivo de atemorizar.

Como candidata a la presidenta, pasé varias situaciones. Podría señalar como ejemplo, cuando fui invitada a una entrevista en un medio de comunicación y se vio el racismo, la discriminación hacia los pueblos indígenas y mayormente hacia una mujer ama de casa, en las preguntas capciosas que me hizo el periodista. La gente se dio cuenta de ese trato hacia una mujer indígena, no fue el mismo trato a la otra candidata. […]

Como en este caso, porque yo sólo cursé sexto grado primaria y no tengo nivel académico, se dieron muchas formas de discriminación, en las redes sociales hubo muchas expresiones que decían “que se vaya a hacer tortillas no tiene capacidad de gobernar el país”. En los discursos de los otros candidatos diciendo su perfil, su nivel académico. Yo no me sentí mal por eso, yo me sentía mucho más fuerte porque yo tengo los conocimientos prácticos que yo he vivido en una universidad de la vida. Yo aprendí caminando con mis pueblos, también de las luchas de los movimientos en Centro América, en América del Sur, en Europa, he caminado mucho, no me sentía menos, yo misma también he aprendido que yo tengo que creer en mí misma, en mi pueblo, porque yo no estoy sola. Yo fui electa en la asamblea de los pueblos, entonces no estoy sola demostrando que una mujer ama de casa está participando. Nunca en la historia se había dado que una mujer maya Man participe con esa lucha desde los pueblos, desde los territorios.

Martha Evelyn Batres Araujo

Diputada de El Salvador (2015-2021). Durante el desempeño de su función pública fue víctima de violencia.

Martha Evelyn Batres Araujo
 

icon En el 2015 asumo mi primer período como diputada y ya venía con situaciones de violencia política dentro de mi partido, existiendo diferentes expresiones que afectan a mi dignidad, como “con quien se acostó para llegar”; sin embargo, puedo decir con la frente en alto que estoy donde estoy porque me ha costado, por mi propia capacidad.

Como diputada, conformé la comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático, en esa época se dio un conflicto en relación al incremento en la facturación del servicio de agua, estamos hablando de un recurso de vida para el ser humano. En ese momento pasé de los casos de violencia que viví en el partido, a la violencia desde fuera. En un evento en el cual se discutía el incremento del costo del agua de manera silenciosa, sorpresiva y muy significativa, hasta el 300%. Con la plaza totalmente llena, intervino un representante de ANDA, y dice: “yo quiero decir que desconozco los amoríos que la diputada Batres tiene con el presidente Fortín” (presidente de la institución que administra el servicio de agua). En ese momento dije, o paro esto, o seré culpable de haber admitido que diga algo como eso. Me paré, agarré el micrófono y dije: “le exijo que se retracte de lo que dijo, a mí no me va a ofender, en primer lugar, por mi condición de mujer, en segundo, por mi condición de diputada, yo le exijo respeto”. En ese momento la gente se vuelca a mi favor y empiezan a gritar a él. Después, presenté una denuncia, basada en la Ley especial para una vida libre de violencia contra las mujeres contra el presidente de la institución aludida, el cual se ve obligado a pedir una disculpa pública a través de las redes sociales. La ex-primera dama era directora de ISDEMU, y de manera personal también presenta una queja; al funcionario le dieron una sanción administrativa.

Este tema me ha generado muchas consecuencias, incluso con amenazas de muerte. […] Luego a través del anonimato, me empiezan a amenazar, diciendo “vas a amanecer en una bolsa negra ‘perra’, cuando salgas de tú casa ve para los lados, porque te vamos a matar”. Tengo incluso cuentas dedicadas a mi persona como diputada, y cuando una las lee, golpean expresiones tan duras como maldecir mi vida, mi familia, desear la muerte por un cáncer terminal. Ese tipo de situaciones en verdad golpean porque no solamente le afectan a una en la dignidad, si no a su familia; incluso llegaron a relucir las caras de mi familia, utilizando figuras de familiares muertos.

Jenny Nair Gómez

Ex alcaldesa del Municipio de Villarrica (2016-2019), Colombia. Durante la campaña sufrió violencia.

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icon Cuando fui candidata algunos de ellos y las postulantes se unieron, como “todos contra Jenny”. Querían por todos los medios que yo no fuera la candidata, ellos se negaban a aceptar que yo fuera, por ser mujer; y nos maltrataron, me maltrataron, física y verbalmente. Me demandaron ante las autoridades. Por otro lado, muchos de los líderes, inclusive de mi movimiento, no me apoyaron porque decían que no tenía capacidad y que no querían que, en ese período, Villarrica fuese gobernado por una mujer.

Cuando estábamos en el reconteo de los votos, todos los días llegaban a agredirnos, la gente tuvo que protegernos, las autoridades, porque amenazaban con quemar la casa donde se estaba haciendo el reconteo, el escrutinio, amenazaban con quemarnos adentro. Fueron amenazas que se presentaban. Hay una lucha por el poder. Los otros candidatos también eran afros, pero decían: “¿por qué nos va a seguir mandando una mujer?”. […]

Se meten con la familia, con mis hijos, con mi esposo, conmigo; “eres lo peor del pueblo” de parte de algunas personas que utilizan las redes sociales con perfiles falsos para denigrar a las personas, incluso me trataron de ladrona, o que una es inepta; todo por una disputa política. Con la familia buscamos concienciar de que la gente siempre trata de atacar y desdibujar lo que hace una administración de esa manera, denigrando, tratando de desestabilizar a la familia. Siempre mantenemos un tema como de auto cuidado, porque todos estamos expuestos a estas situaciones.

En Colombia es complicado, sí sentimos la discriminación por ser mujeres y más por ser afros, porque en ocasiones los hombres no se sienten representados por las mujeres, y cuando somos afros pues peor, nos consideran menos capaces. Entonces a veces cuando tu entras a concursar para representar a los alcaldes o para tener alguna designación, y te das cuenta de que hay solo dos o tres mujeres, te das cuenta de que votan más por las mestizas que por las afros, se conocen situaciones como esa.

Aura Mora Bermúdez

Con 13 años de participación político-partidaria en Panamá, ocupó diferentes puestos de responsabilidad. En ese ámbito, sufrió violencia política.

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icon El tema se genera una vez que mi esposo, que también era parte del partido PRD, decide postularse como candidato independiente en las recientes elecciones de mayo en Panamá, situación que fue informada al secretario general del partido. Mi esposo presenta su renuncia al partido e inicia su campaña y recibe el apoyo de otros dos partidos diferentes al que yo milito. Como esposa, no puedo ser responsable de los actos de mi esposo. […]

Un grupo de personas, antes de iniciar el evento, le solicitan al presidente que se me expulse de la reunión ya que me acusaban de ser una traidora y de estar pasando información del partido a mi marido, utilizando palabras vergonzosas respecto a mi vida privada. Ante lo cual, la segunda subsecretaria del CEN del partido me convoca para solicitarme que me retire del recinto, y que me iban a solicitar mi salida, ya que mi esposo es adversario del partido. Pero como yo fui electa por votación popular, le indiqué que no me retiraría, pues para ello deben existir causales y que esta no era una causal, que ser esposa no es un delito.

Posteriormente, desde la secretaria general, se me envió un mensaje en el cual se me comunicaba que se estaba evaluando mi posición de secretaria nacional; a lo cual indiqué que esto era un acto de violencia política, puesto que yo no había transgredido ninguna norma del partido. […]

Estos hechos continuaron sucediendo. En la salida del partido, el mismo grupo de mujeres me insultaron y amenazaron, al punto en el cual, por seguridad, dejé de participar en algunas actividades para evitar situaciones que puedan empañar algún evento público. Tampoco pude participar en el cierre de campaña. Las redes sociales también se convirtieron en un espacio de ataque a mi persona, en las cuales se publicaron mensajes denigrantes, un mensaje que no olvido decía: “yegua de troya” e improperios sexuales junto con una serie de incidentes, muy fuertes. La violencia política es cercenar mi derecho a la libre expresión, mi derecho a pensar, a decidir, a elegir. Soy una persona individual y se me cercenan un derecho por otra persona, independiente de que sea mi esposo. Jurídicamente es un delito si tu castigas a una persona por las acciones de otro.

 


La violencia contra las mujeres en política excluye del ámbito político-partidario a mujeres en toda América Latina y el Caribe. Es urgente visibilizar y erradicar estas prácticas para la construcción de democracias paritarias con el pleno ejercicio de los derechos políticos de las mujeres. Puedes conocer más sobre estas y otras historias aquí.