¿Dónde están los estímulos económicos para las mujeres en esta pandemia?

De Anita Bhatia, directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres

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Publicado por Post Opinión – The Washington Post

La pandemia de coronavirus está siendo particularmente dolorosa para las mujeres. Si no se adoptan medidas pronto, los avances logrados en el terreno de la igualdad de género en los últimos 25 años se perderán. Esta es la triste conclusión de las “evaluaciones rápidas de género” que ha realizado recientemente ONU Mujeres junto con sus socios institucionales en todo el mundo. La crisis ha golpeado a las mujeres de forma simultánea en tres esferas en las que las desigualdades de género son más graves y persistentes: los ingresos, la salud y la seguridad. Los sectores y puestos de trabajo feminizados, desde la hotelería hasta el trabajo de cuidado de personas, pasando por el empleo informal y a tiempo parcial, se han visto gravemente afectados.

El gasto público en servicios ginecológicos y reproductivos se está dejando de lado o aplazando por la urgencia de la lucha contra el coronavirus. La violencia contra las mujeres ha aumentado de forma exponencial durante el confinamiento.

Los gobiernos han respondido a los efectos económicos de COVID-19 introduciendo estímulos fiscales y monetarios. La respuesta ha sido rápida y a gran escala: más de 10 billones de dólares estadounidenses a nivel global, una cifra que va en ascenso. Era necesario hacerlo. Sin embargo, esta respuesta ha ignorado en gran medida las necesidades de las mujeres. Tan sólo uno de cada ocho países ha adoptado medidas para protegerlas de los efectos socioeconómicos del virus. Algo irónico si se tiene en cuenta que la aplicación de la perspectiva de género a estos estímulos no sólo resultaría positiva desde el punto de vista de la igualdad de derechos, sino que además aceleraría y fortalecería la recuperación económica en beneficio de todas las personas.

Afortunadamente, todavía no es demasiado tarde para explotar las sinergias que existen entre la reactivación del crecimiento económico y el progreso de la igualdad de género. Esta semana, las y los ministros de finanzas y quienes administran los bancos centrales del planeta asistirán —de manera virtual— a las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La realidad les está enviando un mensaje: las decisiones sobre los esfuerzos presentes y futuros dirigidos a recuperar la economía —ya sean de naturaleza fiscal, monetaria, jurídica o normativa— pueden y deben adoptarse teniendo presentes a las mujeres. Incluyendo la presencia de las mujeres en los espacios y puestos de toma de decisiones.

¿Qué es necesario hacer exactamente? A corto plazo, los estímulos fiscales —moratorias fiscales, transferencias monetarias o préstamos en condiciones favorables— deberían dar prioridad a los sectores en los que las mujeres tienen una sobrerrepresentación, principalmente el trabajo de cuidados. También pensar en esas empresas según su tamaño, puesto que las mujeres predominan en el segmento de las empresas pequeñas y micro. En el lado del gasto, la prestación de servicios reproductivos y ginecológicos debería reanudarse sin demora. Pese a que no conlleva un gasto tan elevado como el tratamiento de los pacientes de COVID-19, es igualmente crucial.

Además, teniendo en cuenta la atención prestada a los ingresos y gastos, la financiación de los déficits fiscales también podría ser un medio fundamental para impulsar la igualdad de género: en los próximos dos años, los gobiernos tendrán que luchar para refinanciar la enorme deuda acumulada durante la pandemia. Entonces llegará el momento perfecto para emitir “bonos de género”, tanto como señal de compromiso con los derechos de las mujeres como para aprovechar el interés de quienes gestionan los activos y desean invertir en iniciativas que promuevan las causas ambientales, sociales y de gobernanza. Se calcula que dichas y dichos inversionistas administrarán una cartera financiera cuyo valor se elevará a 80 billones de dólares estadounidenses; si se consiguiera orientar tan sólo una pequeña parte de esos fondos hacia la igualdad de género, sus efectos podrían ser tremendamente positivos.

La agenda de políticas para la recuperación a medio plazo también requiere atención. Esta crisis representa una oportunidad para avanzar en reformas pendientes desde hace mucho tiempo. En primer lugar, la adaptación de las normas de contratación pública a las necesidades y capacidades de las empresas dirigidas por mujeres. En segundo, la eliminación de la brecha digital entre mujeres y hombres, en un momento en el que además el teletrabajo está en auge. En tercero, la necesidad de garantizar la asequibilidad universal de los servicios de cuidado infantil y la educación en la primera infancia. En cuarto, es preciso asegurar que los sistemas y datos estadísticos sirvan a las mujeres. Y en quinto, es necesario acabar de una vez por todas con la lacra de la violencia de género.

Por supuesto, la elección de las políticas a corto y mediano plazo depende de los contextos nacionales. Lo que parece factible en un determinado lugar puede ser imposible en otro. La política y la capacidad institucional desempeñan un papel trascendental.

Para ayudar a los gobiernos a adecuar sus respuestas a las realidades locales, ONU Mujeres ha elaborado un conjunto de indicadores cuantitativos, normativos y de política para evaluar los efectos de los estímulos económicos desde el punto de vista del género. Estos indicadores, que abarcan una amplia variedad de temas —desde los medios para ganarse la vida y la protección social, hasta la vivienda y los bancos centrales—, constituyen una poderosa herramienta para guiar la toma de decisiones. Varios países ya los están utilizando y tenemos la esperanza de que muy pronto todos los demás seguirán su ejemplo.

Es el momento de que no solo los gobiernos, sino las instituciones internacionales, tomen acciones contundentes en favor de las mujeres antes de que se pierdan los avances de las últimas décadas.