Mujeres en espacios de poder: Beatriz Argimón,"No voy a permitir que avancen los negacionistas del feminismo”

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Foto: Departamento de fotografía del parlamento de Uruguay 

¿Qué te inspiró a trabajar en política?

Yo tenía 17 años cuando la dictadura militar destituye a mi padre de su cargo público. En casa, por supuesto, se hablaba de política, y decidí que como ya había movimientos de gente joven que trataba de reunirse como podía, de interactuar a efectos de ir acompañado todo lo que significaba el restablecimiento democrático, ahí empecé a militar y eso fue in crescendo.

Con el tiempo, esa militancia pasa a definirme en términos de que yo quería ser mujer política… en algún momento entendí que para seguir toda esa cantidad de temas que a mí me interesaban, para proponer cosas, para trabajar, para que se visualizaran, tenía que formar parte del sistema en los lugares donde se decidía y eso fue lo que me llevó a ser mujer política.

¿Con qué apoyos contaste?

Sin apoyo familiar hubiese sido muy difícil, porque cuando arranqué era muy joven, y todavía era un tema las mujeres con protagonismo político, decididas a ser mujeres políticas, no éramos muchas. En todos los partidos, desde el origen mismo, las mujeres siempre fueron arte y parte. Sin embargo, el querer ser “actor político” todavía no se estimulaba. Y si, sin apoyo de la familia no hubiera podido hacerlo (…) Siempre cuento que yo me recibí en el 89, yo ya tenía a mi hija mayor, Belén, chiquitita. Me recibí en julio y cuando llegué a mi casa, con la alegría de mis padres por la noticia de que me había recibido, les dije: “En noviembre soy candidata a edila!” Claro, perspectiva histórica, cuando eres mamá entiendes la cara con la que me miraron mis padres que no entendían que recién recibida, para mí era muy importante el otro anuncio. Sin lugar a duda tuve apoyo familiar y además desde muy temprano me acompañó en la decisión de querer ser.

¿Qué oportunidad única te da este puesto?


Yo soy una convencida que visualizar a las mujeres en distintos lugares de decisión sirve por la batalla cultural, eso ya es un tema no menor. Eso conlleva, por lo menos para mí, el tener una responsabilidad adicional. Es que no tenés que olvidarte que también estás abriendo espacios a las que vienen y quieren, entonces uno no puede perder de vista que ese también tiene que ser un cometido.

Muchas de las cosas que yo intento hacer tienen que ver con eso de que las mujeres tenemos una agenda diferente cuando llegamos, el no olvidarme de seguir ayudando a otras a abrir espacios en otros lugares donde también les es difícil. Estar siempre con mujeres jóvenes para ver como visualizan la sociedad. Este lugar me permite seguir con el compromiso.

¿Cómo crees que impacta tu liderazgo?

Yo no sé si es un liderazgo, a mí más que liderazgo siempre que me interesó el marcar un estilo femenino de hacer política. Creo que siempre traté de ser muy respetuosa, siempre traté de practicar lo que generalmente está en los discursos y es que al que piensa distinto hay que escucharlo y tú tienes que trasladar con fundamentos lo que piensas. Es trabajar con acuerdos, buscar lo que une más que lo que separa… y eso sí fue algo que cultivé durante toda mi vida política. No entiendo la política de los agravios, sí la de la discusión con fundamentos.

¿Qué te motiva a seguir adelante?

Cuando formas parte de un partido, -en mi caso integro un partido que ni bien empiezas a militar te dicen que no puedes perder de vista que eres un servidor público-, entonces vas incorporando ese concepto y a mí me gusta mucho el trabajo de hacer todos los días más y mejor democracia. No es solo tener una democracia, sino mejorar todos los días la calidad de esa democracia, la de la democracia interna de mi partido y la de la sociedad uruguaya. Me motiva trabajar todos los días porque efectivamente todos tengamos el auténtico ejercicio de nuestros derechos independientemente de si somos hombres o mujeres, independientemente de la raza, género, religión. Eso implica trabajar por una mejor democracia.

¿Con qué logro te gustaría irte de la vicepresidencia?


Me gustaría la modernización del poder legislativo. Los parlamentos del Siglo XXI tienen que repensarse en muchos aspectos y me gustaría tener un parlamento más ágil y cercano a la sociedad. Eso es lo que más me gusta del mundo parlamentario, la comunicación. Por eso estamos ensayando todo un sistema a través de mecanismos de comunicación que la tecnología nos da. Me gustaría un parlamento abierto locativamente abierto a la ciudadanía.

Y me gustaría irme con una Ley de Paridad sancionada.

¿Y cómo crees que esto impactaría en la vida de las mujeres?

Los marcos legales tienen su tiempo en Uruguay; al menos llevan mucho tiempo, por eso me parece que debemos dar un último impulso a que realmente las mujeres estemos en los lugares donde se piensa la política del país, donde se lleva adelante, donde desde la discusión hasta la ejecución siempre quisimos estar y se nos ha dificultado.

En el Siglo XXI, en un país como el nuestro, de tan alto índice de adhesión democrática y donde las mujeres tenemos un alto nivel educativo, en el que tenemos una alta participación en la composición del PIB, es decir, que estamos en todos lados, no puede ser que no seamos escuchadas, de que las mujeres se vean limitadas en términos de los aportes que podemos hacer en la construcción de un país.

¿Por qué crees que no hay tantas mujeres liderando?

Hay un tema cultural, eso es innegable en Uruguay. También depende de los tiempos. Hay tiempos donde hay auténticos impulsos y hay otros donde las mujeres buscan lugares donde efectivamente puedan llevar sus aportes y su trabajo a fines productivos mucho más rápidos que en el sistema; por eso me parece que este avance de las mujeres en el tercer nivel de gobierno tiene mucho que ver con que sienten que lo producido por sus acciones políticas se palpa con rapidez. A su vez están mucho más cercanas a los beneficios para su comunidad y especialmente para las más jóvenes, tienen ese equilibrio de vida familiar y profesional, especialmente en el interior del país.

Los niveles rentados y de mayor visibilidad en el tercer nivel de gobierno son más disputados por los hombres. ¿Son las mujeres más desinteresadas?

Las mujeres sí, lo son; con sus ganas de hacer no les importa si para llegar a este tema es no remunerado y me parece que eso hay que empezar a cambiarlo, porque ya bastante trabajo no remunerado hacemos para que todavía aquello que nos adicionamos por el bien público también sea honorario.

El marco normativo está, ¿crees que la sociedad está preparada para los cambios?


La ciudadanía está mucho más avanzada que el sistema. Yo recuerdo cuando hicimos un sondeo previo a la primera ley de cuotas que salió. Ahí la sociedad estaba mucho más dispuesta y, hasta el día de hoy, en los sondeos quieren que haya más mujeres. En realidad, el tema pasa por las estructuras político-partidarias. Falta tener este tema como prioridad adentro de los partidos y desde la cúpula hay que renegociar.

Me parece que las mujeres han tenido espacios muy relevantes en contexto de COVID-19 y que salieron como siempre a ser protagonistas en lo local, en observar los cuidados y esas cosas de su entorno. Si hacía falta cocinar en una olla popular, si hacía falta observar que todo el mundo tuviera los tapabocas en su zona, en su barrio, salieron a hacer tapabocas, a cocinar, a cuidar… Y ahí otra vez estuvieron las que tenían teletrabajo, enfrentando el cuidado de los niños dentro de la casa, de
los más grandes porque eran los principales en riesgo. Las mujeres fueron primerísimas en la contención.

¿Qué visión tienes sobre el movimiento?

También depende de los tiempos, nadie puede dudar de los aportes del movimiento feminista a nivel internacional. Negar esto es realmente no considerar todo el trabajo de una cantidad de mujeres que vinieron antes que nosotros en todos los rubros y que hicieron que hoy podamos tener el ejercicio de una cantidad de derechos. Negar los aportes del feminismo es de negacionistas que surgen como rechazo fuerte al éxito de un movimiento. Yo creo que hay varios feminismos, distintas corrientes del feminismo, y bueno ahí es donde creo que podemos tener miradas diferentes de cómo llevar adelante una estrategia, pero nadie puede negar los aportes del feminismo.

¿Qué crees sobre los discursos del odio a la “ideología de género”?

Bueno, yo siempre aclaro que no sigo una ideología de género. Siempre he trabajado por los derechos de género y la igualdad de oportunidad e identidad de género. Poner motes y cosas que lo que hacen es visualizar un movimiento organizado donde polarizan a la ciudadanía y ahí empieza todo ese proceso de enfrentamiento que hace mal a todo el mundo, pero fundamentalmente a la sociedad.

En mi militancia por los derechos de las mujeres, a mí nunca me van a ver hacer discursos que fomenten el odio, pero tampoco voy a permitir que avancen los negacionistas o los que quieren que retrocedamos en nuestros derechos.

 

Parte de la serie Mujeres en espacios de poder: protagonistas del cambio transformador en favor de los derechos humanos y la igualdad de género.