Mujeres en espacios de poder: Lucy Garrido

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Foto: De Intendencia de Montevideo - Sala de Medios - Intendencia de Montevideo, CC BY SA 4.0

 

Lucy Garrido es periodista y publicista uruguaya. Coordinó la comunicación para Latinoamérica y el Caribe del proceso del Foro de organizaciones feministas hacia la lV Conferencia sobre la Mujer de Naciones Unidas, celebrada en Beijing en 1995. Reconocida por su rol como editora de Cotidiano Mujer, integró el Consejo Asesor del semanario Brecha. Como creativa publicitaria ha producido diversas campañas regionales de comunicación social. Entre ellas, “Sin las mujeres, los derechos no son humanos” de CLADEM, “TU BOCA fundamental contra los fundamentalismos” para la AFM, y “Mujeres y hombres: ni más ni menos” para el Plan de Equidad de la Ciudad de Montevideo. Integra la Articulación Feminista Marcosur (AFM) y la Junta Directiva del Fondo Regional para el Apoyo a las Organizaciones y los Movimientos de Mujeres y Feministas, es consejera del Global Fund for Women y coordinadora de los Diálogos Consonantes sobre cooperación y agenda feminista, así como de los indices ISOQUITO e ISOMONTEVIDEO, dedicados a medir el cumplimiento de los estados respecto a los consensos regionales de la CEPAL.

 

¿Qué te motivó a ser feminista?

Como a casi todas nosotras, creo que fue la rabia ante alguna injusticia flagrante. En mi caso, estábamos almorzando con mi familia, tenía 8 años y mi madre dijo “Tráele la sal a tu hermano” que tenía 1 año menos que yo y estaba a la misma distancia del salero. Lo bueno es que no le lleve la sal y mi madre empezó a hacer un camino medio paralelo al mío. Ella era abogada y se suponía que odiaba la injusticia, sin embargo, estaba muy “naturalizado” que las mujeres sirviéramos a los varones. A partir de ese día, quiero creer que a mi padre y a mi hermano se les empezó a hacer más difícil todo y que ellos también empezaron a cambiar.

¿Qué significa defender los derechos humanos en Uruguay?

Es una de las formas principales de vivir y ejercer la ciudadanía. Además, en este país donde pese a los años de dictadura, somos tan “cívicos/as”, es una forma de ser y actuar que cada vez se extiende más. Las marchas por los derechos de las mujeres, la campaña del No a la baja, la marcha del silencio todos los 20 de Mayo, son un gran ejemplo.


¿Por qué es importante financiar a organizaciones de base y lideradas por mujeres?

Para generar el cambio, los cambios, se necesitan mujeres que desde la autonomía y desde la base, se organicen y luchen por sus derechos. ¿Qué sentido tendrían los ministerios y mecanismos de género, que sentido tendrían las grandes OSC si no existieran esas organizaciones?

Además, en tiempos de pandemia las mujeres son quienes están en primera línea sosteniendo no solo a sus hogares en términos de cuidado, sino que, con sus organizaciones, se hacen cargo de ollas populares, de la solidaridad imprescindible y de la defensa de los derechos humanos de todos y de todas. La Agenda 2030 y los ODS no se cumplirán si sus organizaciones no se fortalecen con el apoyo de las agencias del sistema de Naciones Unidas, de la cooperación internacional, de los propios Estados.


¿De dónde surge el vínculo entre Cotidiano Mujer y la iniciativa ISOQuito?

Al finalizar la X Conferencia sobre la Mujer, CEPAL, realizada en Quito en el 2007, nos planteamos la necesidad de generar un instrumento que nos fuera útil para monitorear sus resultados, dada la importancia del Consenso al que habían arribado todos los gobiernos. La Articulación Feminista Marcosur, de la que Cotidiano Mujer es la sede, se propuso generar un instrumento, el ISOQUITO, capaz de medir la igualdad entre hombres y mujeres y la medida en que los gobiernos avanzan o retroceden respecto a los compromisos que asumieron sobre esa igualdad. En Cotidiano Mujer está el equipo que produjo la metodología y que cada 3 años, conferencia a conferencia, presenta el ISOQUITO.

¿Cuáles crees tú que son las fortalezas de estos mecanismos?

El ISOQUITO produce conocimiento y ese conocimiento aporta al fortalecimiento de las organizaciones y redes feministas de LAC usado como herramienta de monitoreo para incidir en los espacios nacionales y regionales donde se toman decisiones sobre las políticas públicas.

Para poder analizar “cualitativamente” un escenario, un contexto, una política, se debe relevar información “cuantitativa” fiable, por eso, la fuente principal del ISOquito es el Observatorio de Género (Cepal) y los datos de Cepalstat

Los informes de ISOquito presentan la evolución en cuatro puntos del tiempo (2007, 2010, 2014 y 2018) de los avances de los países respecto a la autonomía física, económica y política de las mujeres, a través de un índice que genera un ranking comparable.

¿Cuáles son los principales desafíos y/u obstáculos que enfrenta Uruguay, a la luz de este nuevo informe 2020 y qué avances crees posible en este contexto?

Como decimos en el informe en profundidad que acabamos de presentar sobre Uruguay (aún falta que hagamos lo propio en Brasil, México y Rep. Dominicana) Uruguay es un país de altos ingresos, baja pobreza y baja desigualdad. Eso afecta positivamente la vida de las mujeres. Tiene buenos indicadores de salud, baja tasa de mortalidad materna y alta esperanza de vida. Las mujeres viven más que los hombres, son en promedio más educadas, tienen una alta participación en el mercado de trabajo y la pobreza femenina es la más baja de la región.

La formalización del empleo, el gasto público per cápita y las transferencias hacia los hogares, han colaborado a reducir la pobreza femenina y la cantidad de mujeres sin ingreso propio. Además, Uruguay ha tenido un desempeño notable en legislación de protección a los derechos de las mujeres, especialmente en salud sexual y reproductiva, en la aprobación de un sistema integral de cuidados, en licencias parentales y contra la violencia de género.

Pero tiene un pobre desempeño en materia educativa, especialmente si consideramos sus altos ingresos y su alto gasto público social. No supera al promedio latinoamericano en años promedio de escolarización. Persisten importantes desigualdades entre hombres y mujeres en el acceso al mercado de trabajo, en los ingresos percibidos y en la brecha salarial y, entre otras varias cosas más, y pese a tener una vicepresidenta de la República y una intendenta de Montevideo, las mujeres siguen estando subrepresentadas en los cargos de decisión estatales, empresariales, sindicales, etc.

La pandemia ha afectado la tasa de actividad, el desempleo y la carga de trabajo no remunerado de las mujeres. Ha afectado su salud sexual y reproductiva. Para que todo esto no las afecte desmedidamente, se hace necesaria una presencia activa del Estado que corrija desigualdades y realice asignaciones de recursos diferenciales.