La organización y el liderazgo de las mujeres: estrategia clave para garantizar un futuro más justo y resiliente para todos
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En su segunda fase, el programa MELYT (Mujeres, Economía Local y Territorios), financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de Italia (MAECI), a través de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), promueve el empoderamiento económico de las mujeres rurales con el objetivo de desarrollar economías locales sólidas, construir sociedades más equitativas y mejorar la calidad de vida. Este esfuerzo ha generado alianzas estratégicas, como la colaboración con el Instituto Ítalo-Latinoamericano (IILA), que no solo ha beneficiado a las mujeres, sino que ha generado impacto del programa a nivel comunitario.
MELYT está alineado con los tres resultados clave del programa: empoderar a las mujeres, fomentar su liderazgo y mejorar su acceso a servicios empresariales. Según Nicola Michelon, coordinador del proyecto Trifinio IN, ejecutado por IILA en asocio con Plan Trifinio, esta colaboración con la comunidad organizada ha sido decisiva para maximizar el impacto. En menos de un año de intervención, los resultados demuestran el potencial transformador de trabajar en conjunto con mujeres organizadas, quienes han tomado un rol protagónico en la implementación de prácticas agroecológicas y sostenibles.

Una metodología escalable
El corazón del proyecto es la parcela demostrativa, un espacio agroecológico que se transforma una vez a la semana en una escuela de campo. En este espacio, las mujeres reciben formación sobre técnicas de cultivo sostenibles, que luego replican en sus propias parcelas. A los seis meses de implementación, la metodología había dado como resultado la creación de 14 huertas adicionales en la comunidad de Los Llanos, un claro ejemplo de cómo el conocimiento puede multiplicarse rápido en un entorno de colaboración y empoderamiento.
Este enfoque no solo ha mejorado las capacidades agrícolas de las mujeres, sino que las ha convertido en promotoras locales que ahora lideran el cambio hacia una agricultura más resiliente y sostenible en toda la comunidad.

Impacto multidimensional: economía, salud, medio ambiente y comunidad
El programa ha producido resultados significativos que trascienden a las productoras individuales y benefician a toda la comunidad. La producción de hortalizas aumentó en un 82% y la comercialización en un 72%. Esto generó ingresos adicionales para sus familias, permitió un ahorro del 53% en la compra de hortalizas en el mercado y aportó al bienestar económico. Por medio de la adopción de prácticas agroecológicas se ha eliminado el uso de insecticidas y fungicidas químicos, lo que mejora la calidad de los alimentos y reduce la exposición a sustancias tóxicas. Esto ha tenido un impacto directo en la salud de las familias, que ahora consumen hortalizas producidas a nivel local durante 5,4 días a la semana, en lugar de los 3 días contabilizados antes del proyecto.
Las prácticas de rotación de cultivos y el manejo ecológico del suelo han mejorado la fertilidad del mismo y reducido la incidencia de plagas, lo que contribuyó a la restauración del ecosistema local. Estos esfuerzos están alineados con la lucha contra el cambio climático, fortaleciendo la resiliencia agrícola frente a eventos climáticos extremos.
El proyecto fomentó la creación de una red de mujeres que ahora actúan como líderes comunitarias, promueven la seguridad alimentaria y el acceso a alimentos saludables en la propia comunidad. Además, al eliminar la dependencia de productos agroquímicos externos, la comunidad ha ganado autonomía y una mejor trazabilidad de los alimentos que consumen.

Un enfoque sostenible y resiliente
El enfoque agroecológico del programa no solo ha tenido un impacto económico y social, sino que también ha demostrado ser una herramienta efectiva frente al cambio climático. Las prácticas aprendidas no solo mejoran la producción, sino que también protegen y restauran el suelo, haciéndolo más resistente a las variaciones climáticas y al tiempo que disminuyen el uso de productos químicos.
La eliminación de estos insumos químicos ha sido un paso crucial para mejorar la salud de las familias rurales, y su adopción masiva en la comunidad representa una gran victoria para el bienestar general.
Mujeres organizadas como promotoras del cambio
El éxito de este proyecto radica en la organización de las mujeres. Al convertirse en promotoras de estas prácticas agroecológicas, no solo mejoran la seguridad alimentaria de sus familias, sino que crean una comunidad más resiliente y fortalecida frente a los desafíos climáticos y económicos. El empoderamiento de estas mujeres y su capacidad de liderar el cambio ha sido crucial para asegurar el éxito del proyecto y su impacto a largo plazo.
El programa MELYT, en colaboración con el IILA, no solo transforma la vida de las mujeres rurales, sino que impulsa el desarrollo de comunidades más sostenibles y equitativas. El modelo de intervención basado en la organización y el liderazgo de las mujeres es una estrategia clave para garantizar un futuro más justo y resiliente para todos.