La paz se teje desde las comunidades: mujeres que transforman territorios
En el corazón del altiplano de Guatemala, en el departamento de Huehuetenango, tres mujeres lideran procesos comunitarios que construyen paz en contextos marcados por la exclusión histórica, la violencia y la desigualdad. Son lideresas que transforman la vida de otras mujeres en territorios afectados por conflictos estructurales.
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Lideresas en actividad de ONU Mujeres en el departamento de Huehuetenango Foto: ONU Mujeres
Huehuetenango, Guatemala - En un territorio donde las huellas del conflicto armado interno aún marcan la memoria colectiva y el racismo estructural profundiza las desigualdades, tres mujeres se alzan como referentes de cambio. María Guadalupe García, Francisca Domingo Pérez y Alida Vásquez Gómez lideran procesos comunitarios que promueven justicia, dignidad y reconstrucción del tejido social.
Respaldadas por el proyecto Mujeres Liderando Paz, implementado por ONU Mujeres, PNUD y UNFPA, con fondos de PBF (Fondo para la Consolidación de la Paz), estas lideresas impulsan desde sus territorios la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad, encarnando la implementación viva de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU. Frente a una realidad marcada por la violencia contra las mujeres y las barreras en su participación cívica y política, su labor representa una apuesta concreta por la paz con igualdad.
A tres décadas de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, la igualdad no puede esperar y las acciones de estas mujeres en Huehuetenango evidencian que la construcción de paz con enfoque de género no solo es posible, sino que está en marcha de forma audaz y transformadora. Conozcamos sus trayectorias, comenzando con la voz de María Guadalupe García, representante de la organización Mamá Maquín, que resuena con fuerza desde los territorios donde la memoria y la dignidad siguen latiendo.
Queremos caminar libres y sin miedo
Sobreviviente del conflicto que marcó la historia de Guatemala en los años ochenta, María Guadalupe García Hernández encontró en el exilio una escuela de vida. Como muchas mujeres mayas, desplazadas por el conflicto armado interno, se refugió en México para salvar su vida. Allí, entre mujeres, nació la organización Mamá Maquín, que se convirtió en su espacio de formación, resistencia y conciencia. “Ahí aprendimos a escuchar nuestra voz, nuestra palabra como mujeres y como mujeres mayas en el refugio”, recuerda.
María Guadalupe García de la organización Mamá Maquín en taller de liderazgo comunitario. Foto: ONU Mujeres
En ese tiempo de destierro nació también su vocación por la justicia social. Aprendió sobre sus derechos, sobre lo que antes ni siquiera se les decía que podían tener o exigir. Cuando regresó a Guatemala, no volvió sola: volvió con una visión política, herramientas y una causa clara. “Queremos vivir sin miedo en nuestros territorios; que se escuche nuestra voz, nuestra palabra, desde nuestro pensar, nuestro sentir y nuestra mirada”, afirma García.
En Huehuetenango, María Guadalupe ha impulsado procesos organizativos que agrupan a más de diez organizaciones de mujeres, muchas de ellas campesinas, indígenas y rurales. Han declarado espacios libres de violencia y han posicionado la defensa del cuerpo, el territorio y la madre tierra como ejes centrales de su lucha. “La violencia es producto de problemas estructurales, es la opresión, el racismo, la exclusión, la discriminación”, explica García.
Su análisis es contundente: la raíz de la violencia está asentada en un sistema patriarcal, colonial y racista que niega a las mujeres su valor. “El mismo Estado (sistema) nos ha educado diciéndonos que las mujeres no sabemos, que no pensamos… pero somos las que garantizamos la alimentación, somos capaces de producir nuestros alimentos”, enfatiza con firmeza. “Además, queremos una vida libre de violencia, pero también libre para la madre tierra, los ríos, los bosques”, articulando con claridad sobre la defensa de sus vidas, sus cuerpos y sus territorios.
La organización que representa impulsa procesos de sensibilización y formación política para mujeres. Promueven también el liderazgo sociopolítico en las comunidades, sin vinculación partidaria, desde una agenda de derechos. “Hemos logrado que en muchas municipalidades existan las Direcciones Municipales de la Mujer (DDM)… pero falta participación de las mujeres en espacios de toma de decisión, en los COMUDES y COCODES, para hacer escuchar su voz, sus palabras, sus demandas”, señala. Sin embargo, insiste en que todavía falta voluntad política para lograr cambios estructurales reales y entender la importancia de la participación sociopolítica de las mujeres, porque “son las que cuidan la vida, el agua, la naturaleza y toda la comunidad”.
Cuando tienen la oportunidad y tienen la palabra, no la suelten
Francisca Domingo Pérez es una mujer maya-mam, delegada departamental del Foro Nacional de las Mujeres por la Paz y primera mujer indígena en coordinar un COCODE en su municipio. Su liderazgo nació desde el dolor: perdió a sus padres en el conflicto armado interno y es sobreviviente de violencia doméstica. Señala que en Huehuetenango la violencia contra las mujeres es persistente, manifestándose tanto en el ámbito familiar como en el político, donde el machismo y la discriminación siguen presentes.
Francisca Domínguez opinando frente a un grupo de mujeres. Foto: ONU Mujeres
En sus inicios como presidenta del COCODE en la cabecera municipal, enfrentó resistencia directa. “Los hombres ladinos expresaron que ‘cómo habían permitido que una mujer indígena llegara a darles cátedra de cómo trabajar un órgano de coordinación en la cabecera municipal’”. Pese a estas barreras, abrió camino para otras mujeres, promoviendo su participación en espacios como los COMUDES y CODEDES. Gracias a su impulso, 47 mujeres han asumido cargos de coordinación comunitaria. “Siempre les digo a las mujeres: cuando tienen la oportunidad y tienen la palabra, no la suelten. La palabra es de ustedes, la voz es de ustedes, háganse escuchar porque nosotras valemos”, insiste con convicción.
Desde el Foro Nacional de Mujeres por la Paz y en alianza con ONU Mujeres, coordina procesos de formación política con visión a largo plazo. “Que de aquí al 2027, saquemos y tengamos a más mujeres fortalecidas dentro de los espacios de toma de decisión”, afirma. Y cierra con un mensaje claro para las más jóvenes: “Empiecen a involucrarse y no tengan miedo de participar… formarse dentro de estos procesos no solo les va a ayudar de manera personal, sino profesional, y van a tener un pensamiento y una mirada crítica hacia el estado que queremos construir”.
Solo participando se logran cambios
Alida Vásquez Gómez lleva más de dos décadas sembrando liderazgo desde las comunidades de Huehuetenango. Actual segunda concejala de la municipalidad y presidenta de la Comisión de la Mujer del COMUDE de Huehuetenango, su historia comenzó desde la pastoral social de la iglesia católica en su comunidad, donde impulsó procesos de participación ciudadana, formación en derechos humanos y organización comunitaria.
Alida Vásquez, Segunda concejala de la municipalidad y presidenta de la Comisión de la Mujer del COMUDE de Huehuetenango, desde su oficina en la Municipalidad de Huehuetenango. Foto: ONU Mujeres
“En las comunidades empecé mi proceso en participación ciudadana, igualdad de género, participación política, derechos humanos... llevé un proceso de muchos años para alcanzar un liderazgo y empezar a formar grupos en las comunidades”, recuerda Alida. Así fue cómo se abrió paso, desde una conciencia política y un firme compromiso, con la promoción del liderazgo de las mujeres.
Con una visión clara, fundó y presidió la asociación AMADES, articulando redes que hoy agrupan a más de 9,800 mujeres organizadas en estructuras comunitarias legalmente respaldadas por el Consejo Municipal. Cada grupo tiene su directiva, su sello y su libro, lo que les permite gestionar recursos y tomar decisiones propias. “Les decimos a las mujeres: ustedes son dueñas de sus propios criterios, pueden tomar decisiones. Ni yo ni nadie puede decidir por ustedes”, afirma Vásquez.
A través de su liderazgo, muchas mujeres huehuetecas han accedido a formación técnica avalada por el Ministerio de Educación de Guatemala (MINEDUC), emprendimientos productivos y procesos de empoderamiento económico. “Hay mujeres que ahora tienen sus propias actividades económicas. Están creando sus propios emprendedurismos con lo que aquí se les ha enseñado”, explica Vásquez. Además, impulsa programas de alfabetización y educación extraescolar: “Tenemos señoras de 80 años que están estudiando, jóvenes que vienen de la terminal de buses a formarse en computación”, comenta con orgullo Vásquez.
Pero también reconoce que, en medio de tantos avances, persiste una deuda pendiente: el abordaje de la violencia contra las mujeres. “Nos dimos cuenta de que ese eje (prevención de violencia) no lo habíamos trabajado y, justo ahí viene a encajar el proyecto ‘Mujeres Liderando Paz’, porque contribuirá a fortalecer los temas que no habíamos atendido”, afirma Vásquez, subrayando la necesidad de que las mujeres tengan formación sobre sus derechos - educación, salud, medio ambiente y desarrollo económico sostenible, así como la exigibilidad de estos y la importancia de su participación ciudadana.
“Las mujeres tienen miedo a asumir un cargo (público) porque muchas veces tienen limitaciones de conocimiento. Eso es lo que quiero cambiar y eso es lo que el proyecto puede aportar a la vida de estas mujeres”. Alida ha sido parte activa de este proceso impulsado por ONU Mujeres y confirma: “estamos en toda la disponibilidad de trabajar, implementar, tomar acciones y ver resultados”, señala Vásquez. “Sólo participando se pueden lograr cambios. Yo empecé con grupos de mujeres y llegué a ser la primera concejala. Fue por el trabajo constante”, afirma Vásquez.
#MujeresLiderandoPaz – GPI 2.0
El proyecto Mujeres Liderando Paz tiene como objetivo fortalecer la participación de las mujeres en condiciones de igualdad y seguridad, tanto en la prevención de conflictos como en la consolidación de la paz. Busca impulsar su liderazgo e incidencia, promover una mayor apropiación e implementación de la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad por parte de actores estratégicos del Estado y la sociedad civil, así como mejorar la coordinación entre ellos.
Implementado conjuntamente por ONU Mujeres, PNUD y UNFPAcon fondos de PBF, el proyecto tiene como departamentos priorizados a Huehuetenango, Quiché, Alta Verapaz y Guatemala.
Sus copartes estratégicas incluyen el Ministerio de Gobernación, la Mesa Interinstitucional de Mujeres, Paz y Seguridad (MIMPAZ), el Foro Nacional de las Mujeres por la Paz y otras organizaciones de mujeres vinculadas a la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad, y entidades que brindan servicios a sobrevivientes de violencia.
Construyendo paz desde los territorios
“Mujeres Liderando Paz – GPI 2.0” es una iniciativa que responde a un contexto urgente. En Guatemala, una de cada dos mujeres ha enfrentado violencia y miles de niñas y adolescentes viven embarazos forzados.
Las cifras oficiales sobre violencia y desigualdad en Guatemala son alarmantes, limitando la participación de las mujeres en los espacios cívicos y políticos.
A pesar de ciertos avances, la participación política de las mujeres sigue siendo muy limitada, con una representación que apenas alcanzó entre el 13% en puestos de elección popular en 2023, porcentaje que se reduce drásticamente en el caso de las mujeres indígenas. La proporción de escaños ocupados por mujeres en el Congreso en el 2023 es de 20% del total (32 diputadas) y alcaldesas es del 3.5% (12 mujeres en total), de estas solamente una mujer indígena es diputada y 1 es alcaldesa.
Aunque cada vez más mujeres se postulan a cargos públicos, como se refleja en la reciente nominación de gobernadoras departamentales, estas continúan viviendo violencia política y falta de políticas y legislación específica para promover su participacion plena y efectiva.
Estas barreras incluyen la exclusión, la falta de acceso a recursos financieros, la violencia política y en general la ausencia de normativa en la materia. Por estas razones, la inclusión plena de las mujeres en la política guatemalteca sigue siendo un desafío pendiente.
Dado el contexto, es trascendental el rol protagónico de las mujeres en la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y libre de violencia. Es por eso que el liderazgo de mujeres como María Guadalupe, Francisca y Alida marca un referente y un horizonte esperanzador, uno donde la paz se construye desde las experiencias, los cuerpos y los territorios, desde una mirada interseccional y comunitaria.
Sus voces no solo narran una historia, abren caminos para que otras mujeres tomen la palabra y transformen los desafíos en oportunidades. Su actuar reafirma que, cuando las mujeres lideran, la paz es posible, sostenible y duradera.
Presentación del proyecto “Mujeres liderando paz” al CODEDE en Huehuetenango. Foto: ONU Mujeres Guatemala/Alejandra Chicas
Sobre Guatemala:
Guatemala es un país localizado en América Central, que limita al norte y occidente con México y al suroriente con El Salvador y Honduras. Tiene una extensión de 108,804 kms2 y una población estimada de 19 millones de habitantes, siendo un país multiétnico, plurilingüe y multicultural. El 37.5 de su población se identifica como maya, el 1.3% xinka y el 1% garífunas y afrodescendientes; el 24.2% habla, al menos, dos idiomas.
Según PNUD, presenta un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0.629, situándose en la categoría de países con desarrollo humano medio. Las mujeres representan el 51% de la población y el 54% del padrón electoral. Es un país en el que las mujeres enfrentan muchas brechas en el ámbito económico, social y político.