Nota: Estas publicaciones buscan estimular un debate propositivo en torno a los principales temas de interés para el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en América Latina y el Caribe. Los conceptos expresados por las personas entrevistadas para la producción de nuestros contenidos editoriales no reflejan necesariamente la posición oficial de ONU Mujeres y agencias del Sistema de Naciones Unidas. |
Martha Gómez: “Nosotras no queremos medio ambiente, lo queremos completo”
En San Vicente del Chucurí, un municipio ubicado en el departamento de Santander, al noreste de Colombia, conocido como “la capital cacaotera de Colombia”, Martha Gómez, integrante de la Asociación AgroYarí, ha tejido junto a su familia una historia del cuidado de la naturaleza. Villa Luma, una finca agroecológica y de turismo consciente, nace del deseo de cuidar la vida en todas sus formas. En el día mundial del medio ambiente, resaltamos iniciativas que le apuestan al cuidado y conservación de la naturaleza.
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Martha es una emprendedora que ha dedicado su vida a cuidar el medio ambiente y es a la vez una guardiana de semillas, título que lleva con orgullo desde que su madre le enseñó la importancia de preservar las variedades criollas y nativas. "Todo lo que nosotros consumimos es lo mismo que podemos cuidar, conservar y preservar", cuenta Martha.

“El amor es la única fuerza capaz de cambiar el mundo”
Esa es la frase con la que Martha recibe a quienes visitan su finca para hacer el recorrido “Aromas y sabores del cacao”. En Villa Luma se respira el amor por la naturaleza. Este sueño familiar, del que también hace parte su esposo Luis Alfredo, sus hijos Luis Carlos y Marcela y sus nietas María Celeste y Guadalupe, responde a una preocupación de mantener a las nuevas generaciones conectadas con la tierra en un momento en que las personas jóvenes migran a las ciudades y abandonan el campo.
“Acá, en Villa Luma, tenemos espacios donde hacemos conexión con la tierra. A veces las personas se cargan de energía por todo el contacto que tienen con las redes, los celulares, la televisión y las computadoras. Queremos que la persona venga, descargue esa energía y se conecte con la tierra”, menciona Martha.
Villa Luma también es un aula viva, donde el turismo ecológico permite que quienes le visitan experimenten la conexión con la naturaleza. Se siembran semillas de cacao, se hace la recolección, los injertos, el secado, la tostión, descascarado, se muele y se arma la pastilla de chocolate. Al final se degusta un delicioso vaso de chocolate recién hecho y una chocolatina 100 % de cacao.
Todo lo que se produce en Villa Luma se hace sin químicos. Se produce cacao orgánico, se reutilizan las hojas caídas como abono, se cría vida en la lombricultura y se cultivan árboles nativos y frutales que alimentan no solo a las personas, sino también a colibríes, abejas, canarios y otros polinizadores que han hecho del lugar su refugio. Como dice Martha: “si aplicamos químicos, matamos la vida; si cultivamos con amor, lo alimentamos todo”.

Un sancocho productivo
Villa Luma es un ejemplo perfecto de biodiversidad funcional. Más allá del cacao, la finca alberga cítricos, maderables, guayabos, heliconias; así mismo, esta familia ha creado un pequeño zoológico en donde se encuentran: conejos, patos, pavos reales, gallinas, cerdos minipig, perros, gatos, pájaros, conejos, entre muchos otros animales. "Muchos dirán que eso es un sancocho, pero un sancocho productivo", cuenta entre risas Martha, explicando cómo esta diversidad permite que quienes les visitan tengan una experiencia única.

Villa Luma es más que un proyecto de turismo ecológico; es un modelo de vida sostenible que prueba que es posible fomentar un modelo de negocio, mientras se protege el medio ambiente. Es un lugar donde cada visitante se lleva una experiencia de turismo inmersivo única, donde las semillas criollas encuentran refugio, donde los colibríes pueden alimentarse sin temor y donde las futuras generaciones aprenden que la tierra no es solo un recurso, sino el hogar que debemos preservar.
“Mi mensaje para toda la humanidad es que nosotros no queremos medio ambiente, lo queremos completo, por eso debemos cuidar, conservar, preservar y sembrar mucha arbolización, cuidar las cañaditas, las fuentes hídricas, no contaminarlas, no botar basura; debemos defender el medio ambiente porque si nosotros defendemos la vida de todos nuestros árboles, vamos a tener vida en abundancia”, enfatiza Martha.
La historia de Martha Gómez representa el poder transformador de las mujeres que están buscando cambiar el mundo. Como guardiana de semillas, madre, abuela y lideresa comunitaria, demuestra que el cuidado del medio ambiente comienza en casa, se fortalece en familia y se expande hacia la comunidad.

Mujeres cambiando su mundo
Martha es parte de esta apuesta por el turismo ecológico, liderada por mujeres campesinas de la región de San Vicente del Chucurí y la Asociación AgroYarí, aliadas de la Fundación Mujer y Futuro, quienes, además, están vinculadas al programa Mujeres cambiando su mundo, una iniciativa de ONU Mujeres y el Gobierno de Alemania en articulación con el Gobierno colombiano, que se implementa en el departamento del Cauca y la región del Magdalena Medio, como una acción afirmativa frente a la labor que desarrollan las defensoras ambientales en Colombia y un aporte fundamental para la promoción de su trabajo en red para la incidencia política.