Tatiana Benítez: artivismo, memoria y liderazgo afro en Nariño

El cantar para hacer memoria. Esa es la apuesta que tiene Tatiana Benítez, integrante de la Fundación Canapavi, organización socia de ProDefensoras; una iniciativa de ONU Mujeres y la Embajada de Noruega en Colombia y en alianza con el Ministerio Público del país para la salvaguarda de los liderazgos de las defensoras de derechos humanos en este país. En el Día de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora resaltamos su labor a través del arte para construir memoria alrededor de las luchas de las mujeres constructoras de paz.

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En 2007, cuando Tatiana Benítez tenía apenas 18 años y estaba embarazada, su compañero fue asesinado. “Lo mataron y ni siquiera importó por qué. Lo estigmatizaron sin saber. Yo salí de mi pueblo con mi hija recién nacida y con una cesárea reciente, cargando no solo la tristeza, sino también el miedo y la depresión”, recuerda. Pero de esa experiencia devastadora surgió su voz. 

En medio del duelo, Tatiana escribió su primera canción. Con el tiempo, su palabra encontró escenario, primero en concursos de canto, después en agrupaciones tradicionales en el Pacífico nariñense como Changó. Más tarde, su activismo se entrelazó con procesos de exigencia de derechos humanos, memoria y formación juvenil. Así fue como nació también su participación en Canapavi, una organización feminista que ha hecho del artivismo su lenguaje de resistencia. 

La voz que acompaña: artivismo para sanar y exigir 

Tatiana Benítez es integrante de la Fundación Canapavi, organización socia de ProDefensoras, una iniciativa de ONU Mujeres y la Embajada de Noruega en Colombia y en alianza con el Ministerio Público del país para la salvaguarda de los liderazgos de las defensoras de derechos humanos en este país. Foto: ONU Mujeres Colombia.
Tatiana Benítez es integrante de la Fundación Canapavi, organización socia de ProDefensoras, una iniciativa de ONU Mujeres y la Embajada de Noruega en Colombia y en alianza con el Ministerio Público del país para la salvaguarda de los liderazgos de las defensoras de derechos humanos en este país. Foto: ONU Mujeres Colombia.

Tatiana es una de las lideresas de la Fundación Canapavi que implementa ProDefensoras en el Pacífico nariñense, al extremo sur de Colombia. En este proceso, cuatro municipios del litoral nariñense —Tumaco, Francisco Pizarro, El Charco y Olaya Herrera— se conectaron a través del arte, el diálogo intergeneracional y la formación en derechos humanos. 

La Fundación Canapavi en el marco de ProDefensoras, encontró durante un año a más de 160 jóvenes de instituciones educativas de los cuatro municipios nariñenses en actividades lúdicas y pedagógicas centradas en el cuidado, la gobernanza escolar y la promoción de los derechos humanos y de las mujeres. El arte se convirtió en herramienta de transformación. Cada escuela creó un mural colectivo, una memoria visual de su paso por el proyecto. “Tatiana fue el corazón metodológico del proceso”, explica Paola Andrea Navia, directora de la Fundación Canapavi, una de sus compañeras. “Diseñamos una estrategia educativa en la que el canto, la poesía y las historias del territorio sirvieron para enseñar, sanar y movilizar”, describe. 

Para Tatiana Benítez, el arte ha sido una forma de cuidado, pero también de denuncia. Foto: ONU Mujeres Colombia.
Para Tatiana Benítez, el arte ha sido una forma de cuidado, pero también de denuncia. Foto: ONU Mujeres Colombia.

Cantar también es denunciar 

Para Tatiana, el arte ha sido una forma de cuidado, pero también de denuncia. “No es lo mismo pararse a decir: ‘hubo una masacre’, que cantarlo desde la entraña, desde la memoria. A veces eso también nos protege”, asegura. Las canciones que ha compuesto hablan de duelos, pero también de resistencias, de mujeres que caminan juntas, de jóvenes que renacen, de territorios que sueñan con justicia. 

“Yo soy una artista, pero también soy una sobreviviente. Y mi voz no canta por cantar, canta para que nadie más se calle. Para que los chicos y chicas que hoy tienen miedo puedan saber que es posible alzar la voz y no morir en el intento”, señala Tatiana. Un legado para las generaciones que vienen Tatiana no está sola. En Canapavi, muchas otras lideresas han hecho del arte una forma de vida y resistencia. Pero su historia representa a muchas otras: mujeres afrodescendientes que, a pesar del dolor vivido por el conflicto interno colombiano, han encontrado en el canto, la danza y la palabra un camino para reconstruirse. 

Al final del proceso desarrollado por la Fundación Canapavi en el marco de ProDefensoras, Tatiana compartió escenario con jóvenes de los cuatro municipios del proyecto. “Al final, los chicos no querían que nos fuéramos. Decían: ‘tía, ustedes nos hablaron con cariño, nos escucharon’. Y eso, en un país como este, también es revolución”, cuenta entusiasmada. 

Tatiana Benítez sigue apostando por el arte como un lenguaje profundo de verdad y memoria. Como dice una de sus canciones: “Nos quitamos la armadura, activamos la ternura. En juntanza nos sanamos, juntas y libres caminamos”. 

Y en ese caminar, Tatiana, como tantas otras mujeres afro, nos recuerda que resistir también puede sonar bonito. Que el arte, cuando nace del dolor y el amor por el territorio, no solo sanas heridas: también construye paz. 

 

Nota: Estas publicaciones buscan estimular un debate propositivo en torno a los principales temas de interés para el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en América Latina y el Caribe. Los conceptos expresados por las personas entrevistadas para la producción de nuestros contenidos editoriales no reflejan necesariamente la posición oficial de ONU Mujeres y agencias del Sistema de Naciones Unidas.