Empoderamiento económico

Invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo. Las mujeres contribuyen de manera muy significativa a las economías, ya sea en empresas, granjas, como emprendedoras o empleadas o trabajando como cuidadoras domésticas no remuneradas.

Por otro lado, siguen sufriendo de manera desproporcionada la pobreza, la discriminación y la explotación. La discriminación de género implica que a menudo las mujeres acaban desempeñando trabajos no seguros y mal pagados, y siguen siendo una pequeña minoría en puestos directivos. La discriminación también reduce el acceso a bienes económicos como la tierra y los préstamos y limita su participación en el diseño de políticas sociales y económicas. Otro aspecto a considerar es que el grueso de las tareas domésticas recae en las mujeres, por lo que suelen tener poco tiempo libre para aprovechar oportunidades económicas.

La visión de ONU Mujeres sobre el empoderamiento económico se sustenta en tres criterios básicos y que se arraigan firmemente en la realización de los derechos económicos de las mujeres: transformación, participación e impacto. Las mujeres han de poder transformar sus propias vidas así como sus comunidades y sociedades y los mercados o actividades económicas en las que participan; han de poder participar en los procesos y espacios que afectan su independencia económica (mercado laboral, mercados de productos y servicios y los eslabonamientos globales de dichos mercados); y han de poder tener impacto dentro de sus hogares, en la comunidad y sobre la legislación y políticas (incluyendo los presupuestos públicos) que afectan su autonomía económica. Además, el empoderamiento económico está relacionado con la eliminación de la violencia contra las mujeres y la participación política dado que estas tres grandes áreas de trabajo de ONU Mujeres están inter relacionadas.

América Latina y el Caribe

Las actitudes culturales y normas relacionadas a los roles tradicionales de género y estereotipos, continúan creando retos importantes para alcanzar y hacer valer los derechos de las mujeres en la región.  Desde 1999, los índices de pobreza y extrema pobreza entre las mujeres rurales, han incrementado en todos los países de la región, y el flagelo de la pobreza es 1.15 veces más grande en las mujeres que en los hombres.

Por otro lado, aunque actualmente las mujeres tengan un índice de matrícula en los sistemas educativos más grande que los hombres, esto no se refleja equitativamente en el acceso al trabajo remunerado, especialmente al trabajo decente. Sin embargo, la mayoría de las personas que aún son analfabetas son mujeres. La participación en la fuerza laboral de las mujeres en la región no crece equitativamente en comparación a la de los hombres; una de cada tres mujeres no obtiene sus propios ingresos, comparado con el 11.7% de los hombres.  Además, el 90% del trabajo doméstico no remunerado es aún ejecutado por mujeres.

Los hombres ganan más que las mujeres en cualquier edad, nivel de educación o tipo de trabajo.  En cuanto a las mujeres que realizan trabajos remunerados, el 58% lo hace en el sector precario informal y con acceso limitado a seguridad social, y 14 de cada 100 mujeres están dentro del sector de trabajo doméstico, el cual aún constituye la ocupación más importante para las mujeres en América Latina.

Esta falta de empoderamiento económico, en conjunto con una discriminación generalizada de género y el reforzamiento de estereotipos tradicionales, afectan la capacidad de las mujeres en América Latina y el Caribe para participar equitativamente en todos los aspectos de la vida pública y privada, lograr el respeto a sus derechos, lograr el libre acceso a la justicia y a vivir vidas dignas.

Nuestras soluciones

Diversos compromisos internacionales apoyan el empoderamiento económico de las mujeres, entre ellas la Plataforma de Acción de Beijing, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y diversos convenios sobre la igualdad de género de la Organización Internacional del Trabajo. ONU Mujeres apoya el empoderamiento económico de las mujeres con base en estos compromisos,  así como con la evidencia, cada vez más numerosa, que demuestra que la igualdad de género contribuye de manera importante al impulso de las economías y al desarrollo sostenible.

Gracias al trabajo en conjunto con varios socios, los programas promueven la capacidad de las mujeres de asegurar trabajos decentes, acumular bienes e influir en las instituciones y las políticas públicas que determinan el crecimiento y el desarrollo. Un aspecto fundamental de interés radica en impulsar que se cuantifique el trabajo no remunerado que realizan las mujeres como cuidadoras y tomar acciones para que las mujeres y los hombres estén más dispuestas/os a combinar estas tareas con el empleo remunerado y que el Estado provea de servicios e infraestructuras adecuadas dado el aumento de hogares liderados por mujeres.

En todos nuestros programas de empoderamiento económico, ONU Mujeres atiende a las mujeres que más lo necesitan, a menudo en colaboración con organizaciones de la sociedad civil y de base. Entre los grupos especialmente marginados se encuentran las mujeres rurales, las trabajadoras domésticas, algunas migrantes y mujeres con habilidades poco desarrolladas. Nuestro propósito es lograr que estos grupos de mujeres consigan trabajo decente, ingresos más altos, un mejor acceso y control de los recursos y mayor seguridad, incluyendo protección ante la violencia.

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