Día Naranja llama la atención sobre las violencias contra niñas y mujeres indígenas

Cada 25 del mes se conmemora el Día Naranja para erradicar la violencia contra niñas y mujeres; en abril, el Día Naranja está dedicado a erradicar la violencia contra niñas y mujeres indígenas.

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Otilia Lux de Coti. Foto: Radio ONU/Rocío Franco. Tarcila Rivera Zea. Foto: Ryan Brown/ ONU Mujeres.

Este mes de abril, el Día Naranja está dedicado a erradicar la violencia contra niñas y mujeres indígenas; un reto particularmente complejo en América Latina y el Caribe ante las muchas violencias que enfrentan, desde las discriminaciones cotidianas hasta casos como el asesinato de Berta Cáceres, y las complejas acciones que se requieren para eliminar todas estas formas de violencia.

En la región hay 522 pueblos indígenas que hablan 420 lenguas distintas. En los países de América Latina y el Caribe, los pueblos indígenas representan entre el 3% y el 10% de la población, sumando 45 millones de personas. la mitad de dicha población son mujeres. (1)

El Día Naranja se conmemora cada día 25 en el marco de la Campaña del Secretariado General “ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres”. Este mes, Otilia Lux de Coti, Directora Ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas, lideresa y activista maya de Guatemala; Tania Pariona Tarqui, quechua ayacuchana Congresista de la República, miembro de la bancada del Frente Amplio e integrante del Enlace Continental de Mujeres Indígenas; y Tarcila Rivera Zea, miembro del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas y fundadora de la organización no gubernamental CHIRAPAQ, Centro de Culturas Indígenas del Perú, analizan las muchas violencias que sufren las niñas y mujeres indígenas en la región, y trazan las rutas para extinguirlas.

“Nosotras preferimos abordar las violencias en plural”, aclara inmediatamente Rivera Zea en entrevista con ONU Mujeres.

“Violencias en plural habla de la necesidad y urgencia de vincular las violencias que vivimos las mujeres indígenas con nuestros derechos individuales y colectivos. En esta pluralidad, la discriminación y el racismo actúan como un paraguas que cobija a las demás, ante la presencia de Estados y ciudadanías que con frecuencia nos invisibilizan e ignoran”.

Estas múltiples violencias, agrega la fundadora de CHIRAPAQ, llevan a la militarización, al tráfico de personas, al uso de pesticidas y violaciones sexuales de mujeres y niñas indígenas. Subraya además el impacto negativo de las industrias extractivas sobre las comunidades y su relación con la violencia ambiental y la salud sexual y reproductiva de las mujeres indígenas.

Para Otilia Lux de Coti, uno de los grandes pendientes que urge repensar es el de las violencias institucionales contra niñas y mujeres indígenas, pues son las que frenan su pleno desarrollo y empoderamiento.

“La violencia, la discriminación y el racismo son flagelos que impiden el pleno desarrollo de mujeres y niñas indígenas”, apunta Lux de Coti, “la violencia institucional la encontramos especialmente en el hecho de que el Estado de derecho no es para todos los ciudadanos del país”.

En un contexto de fuerte discriminación institucional, el caso de Sepur Zarco se destaca como la primera instancia a nivel mundial en que culpables de esclavitud sexual y laboral contra mujeres indígenas fueron sentenciados. A poco más de un año de que se dictara sentencia, Otilia recuerda el caso en el que se halló culpables a dos militares acusados de crímenes de guerra, delitos de esclavitud sexual, violaciones, desapariciones forzadas, malos tratos y discriminación cometidos entre 1982 y 1983 contra 11 mujeres indígenas que vivían alrededor del destacamento Sepur Zarco, en Guatemala.

La directora del Foro Internacional de Mujeres Indígenas señaló que los principales desafíos para poner fin a esta pandemia en la región son, también, las normas sociales, que reproducen los estereotipos de género y el racismo, y los marcos normativos que toleran la discriminación contra mujeres y niñas indígenas.

“Además de la violencia física, psicológica”, agrega Tania Pariona Tarqui sobre las distintas violencias, “las formas de tortura y violencias sexuales y violaciones sexuales vividas en tiempos de conflicto armado, son estas las mismas mujeres que viven exclusiones en la toma de decisiones, abusos de poder, como en las asambleas comunales, reuniones de carácter consultivas de parte del estado, en las capacitaciones para autoridades, entre otras”

La transversalidad del problema es expresada en prácticas de eliminación física de poblaciones indígenas, apropiación de sus territorios, desplazamientos, destrucción de sus culturas, y en el caso de las mujeres indígenas, invadiendo sus cuerpos. La violencia sexual es de las prácticas históricas de violencia hacia las mujeres indígenas más permanentes, practicada por diversos actores, además del Estado, y persistentemente invisibilizada e impune. Las mujeres indígenas, particularmente las que habitan en zonas rurales, en contextos de desigualdad, exclusión y pobreza extrema, suman además el estar en medio de conflictos armados internos, en los cuales, en muchos casos no solo han perdido sus pertenencias, también sus familias y sus cuerpos (1).

“El asunto es grave no solo por las cifras sino por la impunidad e indiferencia, aunque la sociedad ha empezado a expresar su rechazo con mucha más fuerza en años recientes”, añade Rivera Zea.

“La prostitución de niñas wayuu en Venezuela, los casos de mutilación femenina en Colombia, los casos de feminicidio, las elevadas cifras de embarazos a temprana edad en Perú y otros países de la región, asesinatos y persecuciones a las defensoras indígenas de los derechos colectivos, necesitan acciones y decisiones concretas”.

Y es que no se trata de ir contra las culturas indígenas, acota la activista internacional peruana, sino de ir contra las prácticas culturales que producen estas violencias contra niñas y mujeres indígenas.

“Muchas experiencias que son fuente de resistencia y lucha contra las violencias parten de nuestras propias referencias indígenas, se centran en la valorización y revalorización de saberes tradicionales, el fortalecimiento identitario y la priorización del ser y bienestar colectivo.

“Se fundamentan en la consideración de que no hay que ir en contra de nuestras culturas, sino de aquellas prácticas culturales que nos hacen daño y que vulneran nuestros derechos humanos como mujeres indígenas”.

(1) Violencia y Mujeres Indígenas, documento preparado por CHIRAPAC para la CSW16.

Ve aquí las entrevistas a Otilia Lux de Coti y Tarcila Rivera Zea en conmemoración del Día Naranja de abril, 2017.

Otras publicaciones relevantes:

Violencias y Mujeres Indígenas. Documento preparado para la CSW57

Violencias y Mujeres Indígenas