En plena crisis de los cuidados, generada por la desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidados entre varones y mujeres y, el déficit de cuidados que enfrentan los países -provocado por los cambios culturales y en los roles de las mujeres; la integración de la mujer al trabajo; el aumento de hogares con jefatura femenina; la transición demográfica y las crisis económicas que ya no permiten que los hogares se puedan mantener con un único ingreso- estas políticas se hacen indispensables para alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento y autonomía económica de las mujeres.
En este sentido, ONU Mujeres hace una apuesta firme por la construcción de sistemas integrales de cuidados que consideren el cuidado como un pilar fundamental de la protección social, junto con los pilares de la salud, la educación o la seguridad social, y garanticen el derecho a vivir una vida plena, tanto como para la persona que recibe cuidados como para la que los proporciona.
Además, invertir en estos sistemas genera beneficios sociales y económicos, dado que contribuyen al bienestar de las personas, permiten la creación directa e indirecta de empleo de calidad; facilitan la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo y, mejoran los ingresos de los hogares. Lo que se traduce en un retorno de ingresos para el Estado, económicos, vía impuestos y cotizaciones, y una mayor renta para los hogares.