Mensaje del Secretario General de la ONU
Alocución pronunciada en la ceremonia de firma de los acuerdo de paz en ColombiaFecha:
Cartagena, 26 de septiembre de 2016
Excelentísimo Señor Presidente Juan Manuel Santos:
Señor Timoleón Jiménez, Comandante de las FARC-EP:
Distinguidos invitados y miembros de la comunidad internacional:
Excelencias:
Señoras y señores:
Buenas tardes, es un gran honor participar en esta histórica ceremonia.
Los felicito, a ustedes y a todos los que han hecho posible este día memorable.
Excelencias,
Señoras y señores,
Me conmueve profundamente ver a tantos miles de colombianos reunidos hoy aquí.
Es para mí un honor estar aquí para celebrar su logro y el de innumerables colombianos que nunca perdieron la esperanza de lograr la paz.
Cuando visité por primera vez Colombia hace cinco años, la aprobación de la Ley de Víctimas había comenzado a sentar las bases para la paz.
Ustedes tuvieron la visión de poner en primer plano a las víctimas, que nunca podrán recuperar lo que perdieron. Sin embargo, las víctimas se cuentan entre quienes con más energía se han pronunciado en favor de la paz y la reconciliación, y en contra de la amargura y el odio. Su ejemplo debe ser fuente de inspiración para todos.
Felicito a las partes por haber dado los primeros pasos para reconocer la responsabilidad que les cabe por los trágicos sucesos de este conflicto. Las animo a continuar por ese camino. Celebro los compromisos que han asumido para garantizar a todas las víctimas la verdad, la justicia y la reparación. Así comenzarán a restañarse las heridas.
El cese al fuego está en vigor. La violencia en el país ha disminuido significativamente. Ya se han salvado vidas. La primera entrega de menores es un paso inicial alentador.
Felicito a los equipos de negociación que durante cuatro años trabajaron sin descanso en La Habana. El coraje que demostraron entonces será necesario en el período decisivo que se avecina.
Los acuerdos encierran la promesa no sólo de detener el conflicto armado, sino de crear las condiciones para una paz duradera sobre la base del desarrollo equitativo, los derechos humanos y la inclusión. Estos acuerdos prevén una paz que valora y asegura la participación de las mujeres, y un futuro en el que hay espacio en la política para todos, pero no hay espacio en la política para la violencia.
Las divisiones y la desconfianza surgidas durante décadas de conflicto son profundas. No obstante, abrigo la esperanza de que los colombianos puedan sobreponerse al dolor, unirse y hacer de este un proyecto verdaderamente nacional.
El proceso de paz ha sido liderado por los colombianos en cada etapa.
La comunidad internacional ha tenido el privilegio de apoyarles en este esfuerzo.
Las partes han encomendado a las Naciones Unidas responsabilidades importantes, que el Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad. La Misión de las Naciones Unidas en Colombia, encargada de verificar el cese al fuego y la dejación de las armas, ya se ha desplegado en todo el país y su mandato de verificación se activará con la firma de este acuerdo. Doy las gracias a los países de dentro y fuera de la región que están aportando observadores.
El sistema de las Naciones Unidas en Colombia también estará presente para ayudar a aplicar los acuerdos, aprovechando nuestra experiencia de muchos años en la consolidación de la paz y el trabajo con las víctimas y las comunidades. Seguiremos ofreciendo nuestro apoyo para encarar los desafíos pendientes en el ámbito humanitario y de los derechos humanos. Me alienta saber que ya existe una excelente colaboración entre la Misión, las entidades del sistema de las Naciones Unidas en Colombia y nuestros asociados colombianos.
Quisiera reconocer la inestimable contribución de Cuba y Noruega, como garantes del proceso, junto con Chile y Venezuela como países acompañantes.
El proceso de paz de Colombia ya está siendo estudiado por promotores de la paz en otras partes del mundo para extraer enseñanzas que puedan guiar sus esfuerzos.
El desafío actual radica en convertir la visión que con tanto cuidado se concibió en La Habana en un cambio transformador aquí en Colombia, especialmente en algunas de las regiones más distantes e históricamente olvidadas del país. Mostrar los primeros dividendos del proceso será fundamental para construir la confianza.
Al celebrar este logro extraordinario, aliento a las partes a que en la aplicación de los acuerdos mantengan el firme compromiso que demostraron para llegar a ellos. Aliento a las partes a que en ese empeño acojan favorablemente las contribuciones de todos los que forman parte de esta nación diversa y pujante: la sociedad civil, el sector privado, las comunidades afrocolombianas e indígenas, las mujeres y a los jóvenes.
Señoras y señores:
Pero ahora, gracias a un diálogo laborioso y visionario, pueden mirar al futuro con optimismo.
Están invitando a los colombianos a que se les unan para pasar juntos la página hacia un futuro de paz.
En el día de hoy, las y los colombianos dicen adiós a décadas de guerras y llamas y prenden una luz de esperanza que ilumina al mundo entero.
Viva la Paz!
Viva Colombia!
Viva Colombia en Paz.
Muchas gracias.