Una nueva vida para las mujeres de la industria de la pesca artesanal de Colombia
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Los primeros rayos de luz se asoman en la costa pacífica de Colombia, cerca de Tumaco, en la esquina del sur-oeste del país. Las concheras –mujeres que pescan conchas- ya han salido en sus canoas de madera tradicionales, remando hacia los manglares.
Es un trabajo peligroso –las concheras a menudo se cruzan con bandas criminales y barcos transportando drogas. Ser testigo de una actividad ilegal puede tener consecuencias letales. Las madres también temen el abuso sexual de sus niñas, que dejan atrás cuando salen a pescar.
Aun así, para las mujeres de Tumaco, recolectar y vender pianguas – unos moluscos parecidos a las ostras –es una de las únicas opciones viables para sobrevivir.
“Históricamente, las mujeres de Tumaco han sido el sostén de la familia. Tumaco es una ciudad muy pobre, sumergida en la economía ilegal. Las mujeres debemos trabajar para proveer para nuestras familias, y dependemos de los recursos que nos proporciona el océano”, explica Flor Yolanda, quien ha sido una conchera durante más de doce años, y es una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Concheras Nueva Vida.
"Al capacitar a las mujeres para que contribuyan legalmente a la economía en esta cultura difícil y machista, esperamos construir una sociedad más inclusiva", añade. En la actualidad, casi 2.805 mujeres de las zonas rurales y urbanas de Tumaco trabajan en el sector pesquero.
Flor Yolanda trabaja junto a 22 mujeres, en su mayoría afrodescendientes, como parte del proyecto Nueva Vida, apoyado por ONU Mujeres y financiado por la Embajada de Noruega en Colombia. El proyecto tiene como objetivo aumentar los ingresos y la participación de las mujeres en el sector pesquero del suroeste de Colombia, donde el conflicto civil ha dejado un impacto duradero. Aunque el conflicto terminó formalmente el año pasado, la violencia está arraigada aquí, con la presencia de varios grupos criminales y narcotraficantes.
Además de la constante amenaza de la violencia sexual, las mujeres y las niñas de la zona también experimentan una mayor inestabilidad económica. Por ejemplo, en los últimos años, la pesca se ha visto afectada por las fugas de hidrocarburos de los conductos submarinos de petróleo, causadas por los malos sistemas de gestión de desechos y los explosivos de los grupos armados.
"Las concheras pueden ganar hasta 5 dólares por día", dice Flor Yolanda; apenas lo suficiente para sobrevivir e inferior al salario mínimo nacional de USD 8,20.
"Para nosotras siempre ha sido difícil sobrevivir con este ingreso", explica Mila Serrano, que trabaja con Yolanda. "Pero desde que nos involucramos en el proyecto Nueva Vida, la formación que hemos recibido ha dado un valor añadido a nuestros productos. Ha mejorado todos nuestros ingresos, impactando nuestras vidas enormemente. "
"El proyecto ha establecido asociaciones con entidades nacionales, como la Agencia Nacional de Formación Profesional y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, para capacitar a mujeres miembros de la Asociación Nueva Vida en habilidades empresariales, legislación marina, prácticas pesqueras sostenibles y gestión ambiental. Además, también están aprendiendo cómo procesar y crear productos pesqueros para diversificar sus ingresos", explica Diana Hidalgo, oficial de ONU Mujeres.
“Las habilidades de desarrollo económico vienen de la mano con el conocimiento de los derechos de las mujeres. El proyecto está fortaleciendo las funciones de liderazgo de las mujeres, no solo dentro de la organización sino también dentro de sus familias y comunidades”.
"Solíamos tener muy pocos recursos y métodos básicos de trabajo; buscábamos la concha, la lavábamos en la chimenea y la vendíamos. Hoy en día, gracias al proyecto, la formación y los recursos que nos han proporcionado, tenemos una estufa, un congelador, una mesa de procesamiento, utensilios de cocina ¡e incluso uniformes! Tenemos un embalador y una planta eléctrica para mantener nuestros productos frescos. Desde que ONU Mujeres comenzó a apoyarnos, el negocio está en auge", dice una sonriente Yolanda.
El proyecto Nueva Vida concluyó con éxito este año y ha servido como un trampolín para las mujeres que trabajan en el sector pesquero en Tumaco. Ahora se están esforzando por ampliar su acceso a mercados fuera de Colombia y en crear estrategias para mejorar aún más el sector de la pesca artesanal para las mujeres en Colombia.