Por qué hay que invertir en mujeres, hoy más que nunca

Por María Noel-Vaeza, directora de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe y Gema Sacristán directora general de negocios de BID Invest.

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Conmemorar el Día de la Mujer en 2021 tiene un sabor distinto. Celebramos a las mujeres y su lucha por alcanzar la igualdad de género, tras vivir un año de pandemia que las ha afectado de manera muy particular. Son ellas las que han sufrido mayores recortes de ingresos, mayor desempleo y el doble de la carga doméstica —ante el cierre de escuelas y el auge del teletrabajo—, por nombrar solo algunos ejemplos de un diagnóstico más amplio que entidades como ONU Mujeres ha hecho.

¿Es posible ignorar una situación así? Ciertamente no, y mucho menos para el sector privado y, en especial, para el financiero. Este año, un poderoso acto simbólico que cobra más fuerza en su significado son los ‘campanazos’ por la igualdad de género. En los últimos años, las bolsas de valores de América Latina y el Caribe se han ido sumando—este año participan por primera vez 6 países de la Región. Razones sobran para ser parte de este movimiento global, pues la urgencia por invertir en las mujeres no ha sido nunca tan imperiosa como lo es hoy.

Hay que decirlo fuerte: una recuperación económica sostenible e inclusiva dependerá en buena medida de cuánto más invirtamos en ellas. Hacerlo es un buen negocio, y no se trata de un eslógan. De un lado, las mujeres han demostrado ser mejores pagadoras, según estudios de Financial Alliance for Women. De otro lado, a las empresas que fundan o dirigen, por cada dólar invertido en ellas, se obtiene el doble de ganancia que en sus pares masculinos, según Boston Consulting Group. Y como consumidoras, las mujeres controlan buena parte de la riqueza del mundo. Solo en EE.UU., por ejemplo, manejan USD11 billones, cifra que subirá a USD30 billones en diez años, indica McKinsey.

En resumen, ese es el caso de negocio detrás de la inversión con lentes de género (GLI, por sus siglas en inglés). Su principal característica es que busca generar rentabilidad financiera y contribuir a cerrar la brecha de género invirtiendo en empresas lideradas por mujeres, que implementan políticas de igualdad de género y liderazgo femenino, o que brindan productos y servicios que benefician particularmente a las mujeres.

En los últimos dos años, hemos visto un mayor interés y el lanzamiento de cada vez más opciones de inversión. Desde el lado de la demanda, tenemos hitos como los del fondo de pensión japónes GPIF —el más grande del mundo—, que el año pasado comprometió US$2,900 millones en el nuevo Índice de Diversidad de Género de la agencia financiera Morningstar. Por el lado de la oferta, la gama de productos disponibles a nivel global ha aumentado en los mercados de deuda privada (micro-préstamos y préstamos), renta fija (bonos), renta variable –acciones e índices, fondos de inversión y fondos cotizados (ETF)– e inversiones en capital (semilla, riesgo y crecimiento), tanto directamente como a través de fondos de inversión.

La región no ha escapado a esta tendencia, y están surgiendo cada vez más productos. En deuda privada, por ejemplo, la región fue pionera en desarrollar micropréstamos con foco en las mujeres microempresarias. Posteriormente, los bancos han visto la oportunidad, especialmente en las micro, pequeñas y medianas empresas lideradas por mujeres, creando propuestas de valor que unen préstamos, capacitaciones, mentoría y oportunidades de networking para este segmento.

En renta fija, la emisión de bonos sociales de género ha sido signficativa en la región, que cuenta con seis colocaciones por US$400 millones en tan solo año y medio. Aquí resalta el primer bono de género con incentivos del mundo del banco colombiano Davivienda. Su estructura permite al emisor reducir su costo de financiamiento, en tanto cumpla con metas que superen sus compromisos iniciales de financiar a empresas lideradas por mujeres.

En la renta variable, están las acciones de empresas con buenos puntajes en género, diversidad e inclusión en las evaluaciones de las agencias calificadoras en sostenibilidad. Esto permite a los inversionistas GLI comprarlas directamente o a través de carteras de inversión. Además, esto facilita su ingreso a índices referentes en género (cotizados y no cotizados). Si bien en la región no hay índices de este tipo aún, sí hay empresas con presencia en índices internacionales como el de Diversidad de Género de Bloomberg, y también hay índices de sostenibilidad en la región que evalúan dicho aspecto en México, Chile, Brasil, Argentina, Colombia y Perú. En inversiones en capital, la región está viendo surgir diferentes fondos GLI, como el NXTP Labs, New Ventures o Elevar Equity, entre otros que aparecen en el informe Gender Smart Latin America & Caribbean de 2021.Todos estos productos representan una oportunidad sin igual para que los inversionistas internacionales financien la recuperación de América Latina y el Caribe, a través de las mujeres. De forma similar, también para los inversionistas locales, especialmente los institucionales, que están cada vez más interesados en la agenda sostenible, como muestra la mayor cantidad de suscriptores a los Principios de Inversión Responsable en la región, que se han triplicado solo entre el 2019 y 2020.

El camino es claro: invertir en mujeres acelerará la recuperación de nuestros países, y nos conducirá a una sociedad más próspera e inclusiva. El horizonte será tan prometedor como nuestras inversiones lo sean. Desde ONU Mujeres y BID Invest, estamos más comprometidos que nunca a consolidar la tendencia GLI en los países en los que operamos, de la mano de socios estratégicos que comparten esta misma visión. ¿Se anima a unirse y no dejar pasar esta gran oportunidad?

Publicado originalmente en Forbes Centroamérica.