ODS 15: Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar los bosques de forma sostenible, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y poner freno a la pérdida de la diversidad biológica

Foto: UN Photo/Logan Abassi

Metas

  • Para 2020, velar por la conservación, el restablecimiento y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y los ecosistemas interiores de agua dulce y los servicios que proporcionan, en particular los bosques, los humedales, las montañas y las zonas áridas, en consonancia con las obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales.
  • Para 2020, promover la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, poner fin a la deforestación, recuperar los bosques degradados e incrementar la forestación y la reforestación a nivel mundial.
  • Para 2030, luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar lograr un mundo con una degradación neutra del suelo.
  • Para 2030, velar por la conservación de los ecosistemas montañosos, incluida su diversidad biológica, a fin de mejorar su capacidad de proporcionar beneficios esenciales para el desarrollo sostenible.
  • Adoptar medidas urgentes y significativas para reducir la degradación de los hábitats naturales, detener la pérdida de la diversidad biológica y, para 2020, proteger las especies amenazadas y evitar su extinción.
  • Promover la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y promover el acceso adecuado a esos recursos, como se ha convenido internacionalmente.
  • Adoptar medidas urgentes para poner fin a la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna y abordar la demanda y la oferta ilegales de productos silvestres.
  • Para 2020, adoptar medidas para prevenir la introducción de especies exóticas invasoras y reducir de forma significativa sus efectos en los ecosistemas terrestres y acuáticos y controlar o erradicar las especies prioritarias.
  • Para 2020, integrar los valores de los ecosistemas y la diversidad biológica en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo, las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad.
  • Movilizar y aumentar de manera significativa los recursos financieros procedentes de todas las fuentes para conservar y utilizar de forma sostenible la diversidad biológica y los ecosistemas.
  • Movilizar un volumen apreciable de recursos procedentes de todas las fuentes y a todos los niveles para financiar la gestión forestal sostenible y proporcionar incentivos adecuados a los países en desarrollo para que promuevan dicha gestión, en particular con miras a la conservación y la reforestación.
  • Aumentar el apoyo mundial a la lucha contra la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas, en particular aumentando la capacidad de las comunidades locales para promover oportunidades de subsistencia sostenibles.
ODS 15: Vida de ecosistemas terrestres

A nivel mundial, se han talado bosques a un ritmo devastador, a menudo para conseguir beneficios que no disfrutan las comunidades locales. La tala de árboles reduce la absorción de dióxido de carbono y la biodiversidad, alterando los eslabones de la compleja cadena de la vida. Las prácticas de aprovechamiento de la tierra han provocado su degradación y la desertificación, al igual que las sequías, incluidas aquellas relacionadas con el cambio climático.

Todos estos patrones minan los recursos sobre los que se sostienen la salud medioambiental y el bienestar humano. Las mujeres pueden encontrarse entre las primeras personas afectadas, y en mayor proporción, y son las que a menudo tienen que compensar las carencias de alimentos y combustible. Su limitación en cuanto a la posesión de tierras reduce su capacidad de adaptarse a las pérdidas o a tomar decisiones sobre cómo utilizar la tierra, tanto en beneficio de ellas mismas como del medio ambiente.

A pesar de estas limitaciones, las mujeres desempeñan un papel fundamental como administradoras de la tierra, y representan una gran parte de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo [1]. No es raro que sean ellas las que recolectan recursos como, por ejemplo, madera para combustible, y alimentos silvestres y hierbas para hacer medicamentos. No obstante, sus conocimientos sobre prácticas tradicionales que son inherentemente sostenibles a menudo se excluyen de decisiones sobre ecosistemas sostenibles.

Esto constituye una pérdida respecto a un posible uso sostenible del ecosistema, que también depende de la igualdad de género en el resto de dimensiones: acceso a la tierra, medios de vida y recursos naturales, y poder expresarse sobre la manera en que estos se comparten. Las mujeres, y en especial las mujeres indígenas, deben ser incluidas en la toma de decisiones sobre el uso del ecosistema a todos los niveles, en calidad de actores fundamentales a la hora de preservar nuestro planeta.

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