La comunidad afroboliviana reivindicó sus derechos a través de la música

La Saya es un ritmo que llevó a la comunidad afrodescendiente a visibilizarse en Bolivia. Mónica Rey, promotora de esta tradición cultural, narra la importancia de esta práctica en la reconquista de sus derechos.

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Foto: Mónica Rey. 

Mónica Rey nació en el Municipio de Coroico, Yungas, la región donde vive la mayor cantidad de población afroboliviana. Ahí vivió hasta los 11 años, y desde entonces tuvo que aprender a defenderse del racismo. 


“Ahí es donde aprendí a luchar contra el racismo y la discriminación. Antes de aprender a leer he tenido que aprender a defenderme, a pelear por tanto bullying racial que había en el colegio”, recuerda Rey.

Mónica Rey actualmente funge como diputada nacional de la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia, pero su carrera política se remonta a las cosechas de coca y café, donde su interacción con la comunidad la llevó a ser la promotora, junto con otros jóvenes, del baile de la Saya. 

“La Saya es una forma de conciencia afroboliviana que se traduce, en respuesta a diferentes intentos de las comunidades afrolatinoamericanas, en la creación de una conciencia negra subcontinental y de respeto a sus derechos. Las formas líricas de la Saya muestran un contenido de la danza referido a situaciones históricas, religiosas, míticas, amorosas, anecdóticas o picarescas”, explica la actual diputada nacional.

Mónica cuenta que hasta hace 30 años, la sociedad boliviana ignoraba la existencia de la población afro dentro del país, y preguntaban asombrados: “¿pero ustedes de dónde son? ¿son de aquí? ¿son de Brasil, de Colombia?”. Las preguntas, recuerda, cesaron cuando la comunidad afroboliviana recurrió a la Saya como escenario para dar a conocer su existencia, sus demandas y sus derechos, los cuales finalmente fueron escuchados en el 2009, cuando la nueva Constitución Política del Estado incorporó y reconoció a los afrobolivianos como uno de los 36 pueblos indígenas que integran el Estado Plurinacional de Bolivia.

“Irrumpimos las calles de la ciudad con nuestros tambores, que lograron multiplicar nuestras voces de reclamo, de protesta, exigiendo el reconocimiento de nuestro pueblo. Las letras de las canciones relatan cómo vivimos, de dónde venimos, qué demandamos”, celebra Rey.

“Los afrobolivianos hemos vivido una secuencia de racismo y discriminación que hasta nos olvidamos cuál ha sido el más duro. Porque desde que naces, vas al colegio y en realidad tu vida cotidiana está plagada de discriminación”.


En el 2009, Mónica fue responsable de la Dirección Nacional Contra el Racismo y la Discriminación, con lo que incursionó en la historia como la primera autoridad mujer y afro en un alto cargo público. En el 2010, durante las elecciones nacionales, se eligieron a tres mujeres afro bolivianas: una senadora, otra asambleísta departamental, y a Rey, como diputada supraestatal, lo que marcó el inicio de la inclusión de los afrodescendientes en las instituciones públicas y en espacios de decisión. Actualmente, Rey colabora con ONU Mujeres en Bolivia, donde se brinda asistencia técnica y apoyo financiero para el Primer Encuentro de mujeres afrobolivianas, que se realizará en agosto del 2017.


En Bolivia la población afro asciende a 25 mil habitantes y es considerado el sexto pueblo con mayor cantidad de población según el CENSO de 2012.