En palabras de Estefanía Corella: “El proyecto Caminando me ha convertido en aliada y defensora del derecho a la movilidad universal que va de la mano con el ejercicio de los derechos humanos”

Estefanía Corella es abogada internacionalista, especialista en justicia de género con experiencia en trabajo de acompañamiento legal en temas de violencia contra las mujeres y proyecto de asistencia humanitaria en contextos de emergencia. Actualmente forma parte del proyecto Caminando.

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Foto: Cortesía Estefanía Corella

En el proyecto Caminando me desempeño como asistente técnica local en ayuda humanitaria en Carchi e Imbabura. En estas provincias, trabajamos en el eje de empoderamiento económico de mujeres en situación de movilidad humana en Ibarra a través de estrategias con el sector privado y el GAD de Ibarra desde el enfoque de WEPs (Principios de Empoderamiento de las Mujeres por sus siglas en inglés). Además, desplegamos acciones direccionadas a construir masculinidades no violentas y corresponsables con hombres y jóvenes de la comunidad de acogida y en situación de movilidad humana, como actores claves en la erradicación y prevención de la violencia basada en género.  

Brindar asistencia humanitaria a las personas migrantes es trascendental. Es un trabajo que implica atender sus necesidades inmediatas para garantizar su derecho a la movilidad, salud, seguridad alimentaria y refugio, entre otras, en especial aquellas que están pensadas para cubrir las necesidades diferenciadas de mujeres y menores no acompañados. Desde ONU Mujeres estamos emprendiendo una estrategia de entrega de kits de protección para que sean distribuidos en casas y centros de atención a mujeres en riesgo o víctimas de violencia en la frontera norte y así asegurar que la trayectoria migratoria de las mujeres se dignifique y puedan sentirse seguras en el proceso. 

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Foto: Cortesía Estefanía Corella

Existen diferentes retos para brindar asistencia vital a las personas migrantes y comunidades de acogida, por el volumen de población que atraviesa día a día los pasos transfronterizos. Los servicios de asistencia son escasos y mayor parte del tiempo están desbordados en capacidades de atención. Por ello es crucial la articulación local que se hace con cada uno de los actores de la comunidad para garantizar que la ayuda llegue al mayor número de personas, disminuyendo el riesgo de que se generen violaciones a sus derechos durante su proyecto migratorio. 

Para mí, la mayor satisfacción de formar parte de Caminando es ser parte de la estrategia de respuesta humanitaria con enfoque de género en las localidades del cordón fronterizo. Ha sido un reto y un aprendizaje enriquecedor que me ha permitido no solo conocer en primera persona los aportes tan valiosos que migrantes y refugiados pueden dar a la sociedades a las que llegan, sino que me ha dado la oportunidad de construir propuestas tendientes a transformar las condiciones materiales de las personas en movilidad humana en sus localidades, a través de la incidencia social y política que desde el proyecto nos hemos propuesto, participando en la construcción de políticas públicas y sensibilizando a las instituciones encargadas de velar por los derechos de la población más vulnerable.  

Caminando me ha convertido en aliada y defensora del derecho a la movilidad universal, que va de la mano con el ejercicio de los derechos humanos, alzando la voz en los espacios donde se puedan generar cambios y siempre convencida de que la integración y no-exclusión es el camino para una sociedad pacífica. 

En este día es importante resaltar que la resiliencia de las comunidades trasfronterizas representa una oportunidad para promover la movilidad humana pacífica mediante la creación de capacidad institucional de diálogo transfronterizo, comunidades protectoras y vigilantes de los derechos humanos, en donde mujeres, niñas y adolescentes sean las agentes de la construcción de la paz en sus comunidades.