Mujeres emprendedoras de Honduras utilizan ingrediente clave contra la violencia laboral: ¡Formación!

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Fernanda García, propietaria de la Chocolateria Ixchell, participante del primer proceso formativo desarrollado por UDIMUF

“Como organización de base, éste proyecto nos dejó con el espíritu hinchado y ese es un gran logro para una organización pequeña, porque no todo gira entorno a los indicadores, ¿verdad?, nosotras como organización siempre hemos dicho que las mujeres no somos indicadores, y como nosotras somos mujeres, lo que podemos decir es que hemos sacado a flote en pleno confinamiento, en plena pandemia y con la poca movilidad que teníamos”, Vanessa Silliezar, directora de la Unidad de Desarrollo Integral de la Mujer y Familia (UDIMUF).

La Ceiba fue la primera ciudad con desarrollo económico de Honduras durante el siglo XX, “la primera en tener un banco, fábricas, cervecería; las panaderías eran de griegos y alemanes ahora no tenemos nada porque esa misma entidad acumula el capital y lo saca del país, entonces estamos a nivel de, no es ni capitalista, es feudal”, se lamentó Siliezar, refiriéndose a la Cámara de Comercio de su ciudad, al no ver el mismo dinamismo de épocas anteriores.

En esta ciudad también se desarrolló el proyecto “Mujeres emprendiendo sin violencia en la pequeña y mediana empresa en La Ceiba”, acompañado por ONU Mujeres Honduras y la Iniciativa Spotlight, una alianza global entre la Unión Europea y las Naciones Unidas y liderado por UDIMUF.

El proyecto alcanzó cinco ciudades de Honduras: La Ceiba, San Pedro Sula, Choloma, Tegucigalpa e Intibucá, y contó con dos fases. La primera fue de diagnóstico sobre la situación que evidenció la violencia contra las mujeres en los ámbitos laborales y la segunda fue un proceso de mentoría y de incidencia, tocando las puertas de la micro y mediana empresa; tanto a nivel de Cámaras de Comercio, como a nivel del Estado.

Participaron al menos 100 personas entre empleadas, mandos medios y mandos altos de las empresas. Convirtió a UDIMUF en un puente de comunicación entre la sociedad civil y las pequeñas y medianas empresas (PyMEs), “que siempre es el sector más difícil de ingresar porque piensan que vamos a hablar en negativo en derecho laboral con respecto a los patronos”, expresó la abogada Gabriela Figueroa, coordinadora del proyecto en UDIMUF.

Figueroa agrega que “la entrada fue explicar a las PyMEs, que la mujer es más productiva en su área de trabajo si no sufre violencia en el hogar. Y luego se fueron evidenciando los otros tipos de violencia hasta que llegamos a los del trabajo, que no significaba que fuera la empresa que la cometía, sino que a veces podían ser los empleados. Entonces por ahí buscamos concientizar a estas empresas para que en el futuro no sean objeto de una demanda por permitir estas acciones, entonces por ahí se logró esa colaboración”.

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Alicia Herrera, propietaria de Paseo Taquería y parte del primer proceso de mujeres emprendiendo sin violenvia en el ambiente laboral en La Ceiba, Atlántida

Alicia Herrera, participante del proceso de mentorías, microempresaria del sector de los servicios gastronómicos, con 36 años de experiencia, cuenta que en su caso como propietaria de negocios aprendió a identificar cuando sus empleados y empleadas estaban sufriendo algún tipo de violencia en sus hogares y esto se trasladaba al ambiente laboral. “Tuve una empleada a la que después del proceso, ya yo la llamaba y me contaba lo que vivía, entonces ya tenía una orientación y la pude remitir con UDIMUF”.

“Una mira como empresaria, lo productivo que puede ser un empleado o empleada, pero no nos adentramos en lo que él o ella está pensando, entonces este proceso sirve para hacernos consciencia a las empleadoras. Ahora hemos aprendido que cuando hay un problema nos reunimos tanto empleados y empleadas como la misma empresa hasta que descartamos todo lo negativo y traemos lo positivo, gracias al aprendizaje con UDIMUF”, concluye Herrera.

Silliezar añade que se han normalizado las violencias, y las mujeres participantes “no la veían y nosotras les decíamos: ‘claro, es que nos han enseñado a naturalizarla’. Ellas no ven como violencia el hecho de que no les permitan ir a lactar a sus hijos o que las mismas empresas no tengan -ya sea las más grandes o las más pequeñas- un plan de cuidado dentro de la empresa”.

Sobre los hombres participantes, Vanessa reconoce que los más jóvenes muestran mayor apertura para el abordaje de temas de género, mismo que se reconoció en el Hallazgo 11 del Estudio Nacional de Tolerancia Social e Institucional1; Según el estudio, adolescentes y jóvenes tienen menos probabilidades de comportarse bajo influencia de las normas sociales sexistas en comparación a la población adulta y adulta mayor. “A mayor edad, mayor probabilidad de que las personas actúen bajo influencia normativa”.

“El común denominador de los propietarios y empresarios es que son hombres y por lo tanto tenemos que seguir insistiendo de alguna manera para llegar hasta ahí. Para que cuestionen su privilegio y ese mismo cuestionamiento llegue hasta la base empresarial, pero también para que las mujeres empresarias, esas mismas que asistieron que tienen historias de vida potentes, puedan hablar en primera persona y decir: sí, la violencia está ahí, simple y sencillamente no nos han enseñado a no verla.”

“Hubo hombres muy comprometidos durante el proceso de mentorías en San Pedro Sula y aquí en La Ceiba. Casi todos ellos jóvenes, eso fue también una lectura. La vieja escuela firma pactos patriarcales y es imposible entrar en ellos y yo como docente puedo confirmar que la inversión ya no se debe hacer con la vieja escuela, sino que con las nuevas generaciones”, comparte Siliezar .

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Vanessa Siliezar, directora de la Unidad de Desarrollo Integral de la Mujer y Familia (UDIMUF)

A UDIMUF el proceso le dejó “muchos elementos”, y explicó: “lo primero es que fue un reto. El proyecto se formuló en octubre de 2019, no se planeó en pandemia y empezamos a ejecutarlo casi en agosto del 2020. Eso dejó muchos aprendizajes. Lo positivo es que el equipo puede no solo dar la milla extra, sino que enfocarse. Esto fue un acuerdo firmado entre ONU Mujeres y Spotlight, RE.TE y UDIMUF, hicimos una gran sinergia, creo yo”.

Sobre los desafíos, explica la abogada Figueroa: “Uno de los más grandes fue que, aunque se logró mucho con la virtualidad, el proyecto pudo ser más enriquecedor con la presencialidad porque esto permitía ejercicios entre hombres y mujeres, ahí en físico, se buscaba impresionar más a los participantes y lograr cambios de actitudes, eso fue uno de los mayores desafíos. Luego el Covid19, y los huracanes ETA e IOTA que generaron un retraso económico considerable”.

Silliezar, añade que los mayores desafíos del proyecto fueron los desplazamientos, “muy complicados durante el confinamiento, no había transporte público, era muy complejo para los consultores y consultoras”.

 Sobre los diagnósticos elaborados, considera que son una herramienta valiosa para las organizaciones que fueron identificadas y que participaron del proceso, tanto en Intibucá como en Tegucigalpa, en Choloma y en La Ceiba. “Yo sí considero que la organización necesitaba este espaldarazo y es de reconocer el hermoso apoyo y acompañamiento del equipo de ONU Mujeres, que es el que tuvimos cerca. Spotlight es gigantesco, pero realmente el feedback, la retroalimentación fue del equipo de ONU Mujeres y yo lo voy a decir hasta el final de mis días”.

Sobre los logros y acuerdos, se consiguió el compromiso con las pymes que participaron en las formaciones en La Ceiba de poner en práctica el Manual y difundir una serie de mensajes para la prevención de la violencia en los espacios de trabajo, colocando los carteles y todo lo que se creó como contenido visual en las propias empresas. 

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Fernanda García muestra frutos de cacao de su plantación ubicada en la cuenca del Río Cangrejal

Fernanda García, feminista con mucha trayectoria en La Ceiba, y microempresaria del Chocolate con 13 años de experiencia, comenta que para ella uno de los grandes logros del proyecto es combinar el emprendedurismo con la formación feminista, en su caso: “El cacao, yo lo he tenido como una herramienta para poder ayudar a las mujeres a no solo defender sus derechos, no solo acompañar una denuncia, sino de empoderarlas a ellas económicamente, ya que una vez lo están, es más fácil de que dejen las ataduras, ese sometimiento de que aguanten humillaciones”.

El proyecto concluyó con la firma de un pacto de Colaboración entre la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC), el Sistemas de las Naciones Unidas en Honduras y UDIMUF, mismo que citaba textualmente que esta última “brindaría un proceso colaborativo de Mentorías a empresas afiliadas a la CCIC sobre la Violencia Basada en Género en los ambientes laborales”, así como el compromiso de la CCIC “a socializar y gestionar la difusión del proceso de mentoría y piezas de la Estrategia de Información, Educación y Comunicación (IEC) producidas por UDIMUF con las empresas participantes en el proceso de mentoría y demás empresas afiliadas”, y finalmente, “ambas partes declararon su interés por dar seguimiento a esta iniciativa, a fin de continuar articulando esfuerzos para eliminar la violencia contra las mujeres en los entornos laborales de las empresas adscritas a la CCIC, misma que pueda ser replicada en otros espacios del ámbito nacional”.

Respecto al pacto firmado con el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), fue de mucho interés porque para las organizaciones de sociedad civil es muy difícil trabajar con el sector privado, siendo esto ya un logro: ver el interés con que el COHEP tomó a bien llegar a este acuerdo con la organización. De hecho, UDIMUF impartió un módulo virtual gratuito para algunas de las empresas; se matricularon varias, como 20 empresas para que su personal y, sobre todo, el equipo de recursos humanos, pudieran tomar el mismo curso, solo que de manera presencial. Se les hizo llegar el manual para que también las personas de recursos humanos, al verse ante una situación como por ejemplo de acoso laboral, supieran qué hacer mediante el protocolo.

Sobre el respeto de los derechos de las mujeres en ambientes laborales, el impacto de esa firma con el COHEP, era el reconocimiento para las empleadas de que estas situaciones sí se daban en las empresas, que no son normales y que ellas sabían ahora que podían presentar sus denuncias y cuál era el procedimiento que podían llevar a cabo. Así como el abordaje de algunas conductas iban más allá del ambiente laboral y podían caer en un delito, porque ya sabían de qué manera les asistía legal, laboral y penalmente la Ley a ellas.

 

1.Enlace al Estudio de Tolerancia Social e Institucional de la Violencia hacia Mujeres, Niñas y Adolescentes