Sara Omi Casamá: “La educación y conocer mis derechos son mis herramientas de resistencia para no agachar la cabeza ante la discriminación y el acoso que he enfrentado en la política”
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Sara Omi Casamá es una lideresa indígena del Pueblo Emberá, de Panamá. Es abogada, especialista en derechos humanos y mecanismos de protección. Preside la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica, una plataforma de diálogo político entre mujeres de las bases territoriales de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques y pertenece a la junta directiva de la Organización de la Mujeres Unidas por la Biodiversidad (OMIUBP). Forma parte de la comunidad de Global Shapers del Foro Económico Mundial y fue galardonada como Joven Sobresaliente por la Cámara Junior Internacional (2014) por sus logros personales en la categoría Contribución a la Niñez, a la Paz Mundial y a los Derechos Humanos. Como lideresa, desempeñó el cargo de autoridad tradicional como presidenta del Congreso Emberá de Alto Bayano (2016-2021).
Eres la primera mujer emberá abogada. ¿Cómo conectas tu profesión con tus raíces?
Conecto la profesión del derecho con mis raíces como fortaleza para acompañar los procesos de luchas, visibilizar el trabajo de los pueblos indígenas, especialmente de las mujeres y jóvenes. Esta profesión es una de mis herramientas de empoderamiento y fuerza ante las vulneraciones y discriminación que vivimos muchas mujeres indígenas.
¿Cómo iniciaste tu proceso de liderazgo y qué te impulsó a incursionar en la política en tu comunidad?
Me considero líder desde que estaba en el vientre de mi madre ya que nací y crecí en un momento crítico de lucha de mi comunidad, Ipeti Emberá, que se enfrentaba a invasión de personas no-indígenas. Vi cómo se daban las persecuciones de líderes de la comunidad ante la justica por supuestos delitos que nunca existieron, solo por defender su territorio, además, por la falta de acceso a derechos básicos, como educación de calidad y salud.
A los 15 años tomé la dura decisión de romper ese lazo de familia y de colectividad para educarme. En ese momento, la única oportunidad implicaba salir de la comunidad. Mis padres se preocuparon de que perdería esa conexión con la comunidad y mis raíces.
Al llegar a la Ciudad de Panamá, pensaba que los problemas solo existían en mi comunidad, pero me di cuenta de que todos los pueblos indígenas enfrentábamos las mismas necesidades y es allí donde me preocupo como joven y decido formar parte de la Organización de Jóvenes Emberá y Wounaan de Panamá (OJEWP). Es ahí donde conozco los derechos de los pueblos indígenas y acompaño esa agenda política para que se garanticen los derechos fundamentales de nuestros pueblos.
Al conocer todas las dificultades de nuestros pueblos y la falta de participación de las mujeres en la toma de decisiones a nivel de nuestras estructuras tradicionales, acepté el reto de participar y ser autoridad tradicional al cargo de presidenta del Congreso General Emberá de Alto Bayano. Luego, en búsqueda de ocupar un espacio más visible en mi territorio, hace un año me atreví a desafiar la estructura tradicional, en ser la única candidata mujer a aspirar al cargo de Cacique General de dicho Congreso, porque somos las mujeres que deseamos mejores oportunidades a nivel personal, de la familia y de la colectividad, con la esperanza de romper las barreras de la violencia contra las niñas, niños y mujeres en la comunidad y tratar de buscar mejores condiciones de vida sin apartarnos de nuestra cosmovisión Emberá.
¿Qué retos enfrentaste al postularte para Cacique el año pasado?
Cada vez que recuerdo los retos que enfrenté se me eriza la piel y se me aguan los ojos porque no es fácil para las mujeres Emberá o las mujeres indígenas tener esa facilidad de postularse a cargos dentro de una estructura tradicional. Los hombres te ven como una amenaza y buscan cualquier excusa para coartar la participación de las mujeres. A eso me enfrenté, a ser discriminada, señalada por el hecho de ser mujer, como una persona no confiable, a acoso en redes sociales para mí y mi familia e inclusive a violencias físicas. La educación y conocer mis derechos han sido mis herramientas de resistencia para no agachar la cabeza ante esta situación. Siento que tengo más fuerza para acompañar nuestras luchas como mujer.
Cuéntanos sobre tu emprendimiento Jumara Juwa y el papel que desempeña en la prevención de la violencia contra las mujeres y su empoderamiento económico.
Jumara Juwa significa en español “las manos de todas”. Es un emprendimiento de eco y etnoturismo, liderado por mujeres Emberá, que brinda un espacio acogedor para que los visitantes vivan una experiencia de conexión auténtica con nuestra comunidad desde lo social, ambiental, cultural y cosmogónico. Eso somos: manos de mujeres Emberá, panameñas que luchamos cada día por una vida digna para nuestra familia y comunidad, manos de mujeres abiertas también a compartir, con cercanía y autenticidad, el significado y la belleza de nuestros bosques, ríos, cultura y cosmovisión.
Con este emprendimiento estamos convencidas de que es una de las vías para romper las violencias que sufren las mujeres y sus familias. Estamos promoviendo que las mujeres y las niñas sean independientes y tengan la capacidad de fortalecerse tanto a nivel personal como familiar y que nuestros conocimientos son esenciales para el empoderamiento económico. También se necesita de manos aliadas que acompañen y visiten estos trabajos que desarrollamos en la comunidad.
¿Qué mensaje le dejas a las jóvenes indígenas?
Mi mensaje a la juventud es que tienen la responsabilidad de mantener viva la esencia de nuestros pueblos indígenas. Se necesita estar presente en nuestras luchas y valorar esos conocimientos como herramienta esencial, respetando las voces de las mujeres y de nuestros abuelos, y que sin su participación no va a ser posible ese desarrollo al cual aspiramos como pueblos indígenas, mujeres y jóvenes.