Hacia una distribución equitativa del trabajo de cuidados, esencial para la autonomía económica de las mujeres
Fecha:
Los cuidados son esenciales para la sostenibilidad de la vida, pero siguen recayendo de forma desproporcional sobre las mujeres, quienes asumen la responsabilidad de cuidar el hogar, a niños y niñas, personas mayores o con discapacidad. La crisis del COVID-19 profundizó esas desigualdades estructurales, por lo que visibilizar y reconocer este trabajo, históricamente sostenido por las mujeres, se volvió aún más esencial para alcanzar una recuperación socioeconómica sostenible e inclusiva.
Un sector estratégico para la economía y la creación de empleo
La pandemia puso una carga adicional sobre las mujeres como cuidadoras y profundizó problemas estructurales para alcanzar su autonomía económica, como el endeudamiento y la falta de acceso al sistema financiero.
En Argentina, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC), las mujeres dedican cada día el doble de tiempo en trabajo de cuidados no remunerados y lo desarrollan en mayor proporción: el 91,6% de las mujeres realiza trabajo doméstico, de cuidado o de apoyo a otros hogares o voluntario mientras que lo hace solo el 73,9% de los varones.
Para ONU Mujeres, avanzar hacia la conformación de sistemas integrales de cuidados es necesario para garantizar los derechos de las personas que requieren cuidados, así como los derechos de las personas que cuidan.
En este sentido, invertir en cuidados genera un triple dividendo: en primer lugar, mejora el bienestar de las personas así como las capacidades de las niñas y los niños; en segundo lugar, contribuye a la generación de empleos en el sector de los cuidados remunerados, lo que genera un retorno al Estado en impuestos y cotizaciones a la seguridad social, y en tercer lugar, facilita el acceso al mundo del trabajo de las mujeres ampliando la base contributiva, resolviendo gran parte de los cuidados que suelen recaer de forma desigual sobre ellas, lo que expande las rentas de los hogares, y contribuye a las autonomías física, económica y política de las mujeres.
Contemos los cuidados: una experiencia social para sensibilizar a toda la sociedad
Para fomentar la reflexión e incentivar una distribución igualitaria, en 2021, se lanzó Recuperación socioeconómica de la crisis provocada por el COVID-19 desde una perspectiva de género: promoviendo la autonomía económica de las mujeres y el cuidado de las personas mayores y con discapacidad en Argentina, un programa interagencial liderado por ONU Mujeres en coordinación con la Oficina del Coordinador Residente, en el que participaron la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y CEPAL. El mismo es financiado por el Fondo de Respuesta y Recuperación en relación con el COVID-19. En su implementación también trabajan el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación (MMGyD), el Programa de Atención Médica Integral (PAMI/INSSJP) y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).
“A todos y todas nos une el cuidado, algo que parece invisible, intangible, que muchas veces damos o recibimos sin darnos cuenta. Hay quienes cuidan en soledad y quienes cuidan en compañía. Hay personas a quienes el cuidado les cuesta más, otras a las que les cuesta menos. Ese cuidado que nos une, hay que contarlo”. De esta forma inicia el spot de lanzamiento de Contemos los cuidados, una campaña impulsada por ONU Mujeres y PNUD junto al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, PAMI y ANDIS entre octubre y diciembre de 2021 para visibilizar la relevancia del trabajo doméstico y de cuidados en la vida de las personas y la economía de los países, y promover políticas orientadas a reconocerlo y redistribuirlo de un modo más igualitario.
Las personas mayores y con discapacidad también cuidan
El vídeo de lanzamiento muestra una “experiencia social” en la que se pide a un grupo de 20 personas que avance un paso a medida que escuche mencionar el trabajo de cuidados que realizan en su vida cotidiana. El cuestionario incluyó 50 preguntas sobre tareas como cocinar, limpiar o cuidar de otras personas, para reflexionar sobre la sobrecarga que implican y cómo impactan en sus vidas.
“Las tareas de cuidado son un trabajo no remunerado. Las mujeres siempre naturalizamos que nos tenemos que encargar de los cuidados”, comenta Mónica Treitl (60 años), participante de la experiencia Contemos los cuidados. Licenciada en Administración Pública y dirigente cooperativista en un banco, tiene dos hijos y, junto a su marido, cuida a su nieto de 8 años desde el año y medio.
Según la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía de la Nación (2021), el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es el sector de mayor aporte a la economía argentina, estimado en un 15,9% del PIB, por encima de la industria y el comercio. Además, ese porcentaje aumentó durante la pandemia a un 21,8%. La misma Dirección trabajó en una “calculadora del cuidado” junto a OIT para que una persona pudiera hacer la cuenta de las horas que le dedica a este trabajo.
Otras reflexiones que surgieron tienen que ver con el rol de las personas con discapacidad, que no solo tienen derecho a recibir cuidados, sino que también cuidan. Verónica González es periodista, trabaja en la televisión pública, integra la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) y es madre de gemelos de 10 años ―Ignacio y Nahuel― y de Lautaro, de 5, a quienes cuida junto a su marido, Lucas. Verónica, además, es ciega.
A Verónica más de una vez le dijeron que no era apta para cuidar de dos bebés. Participar de esta campaña le recordó que eso es algo que les sucede a muchas personas con discapacidad y que aún queda mucho por hacer para reducir los prejuicios en relación con las personas con discapacidad como dadoras de cuidado. “Las principales barreras para que yo cuide, las viví en el sistema de salud. Presuponen que una persona ciega, que una persona con discapacidad no puede cuidar”, comenta Verónica González.
Asimismo, los varones reconocieron que el trabajo de cuidados recae más en las mujeres, a pesar de que, en función de cada historia, su participación podía ser mayor o menor. “Durante toda la infancia de mis hijos yo viajaba y estaba tres semanas fuera. Los contuve poco”, agrega Eduardo, un contador jubilado que de niño fue cuidado por una trabajadora de casas particulares y que cuando fue padre no se ocupó del cuidado de sus hijos. Sin embargo, ahora trata de participar del cuidado de sus nietos.
Por su parte, Facundo, un técnico de sonido de 34 años que intenta compartir de forma equitativa con su pareja el cuidado de su hija, concluyó que “aún falta mucho por hacer” y que la experiencia le hizo reflexionar en cómo “comprometerse más para revertir la carga mental” que recae sobre su pareja.
Trabajadoras del hogar: el gremio de mujeres más grande e invisibilizado
En Argentina el trabajo doméstico en casas particulares alcanza a alrededor de 1,4 millones de trabajadoras. Según la Encuesta Nacional a trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (ECETSS), el 99,3% de las empleadas en este sector son mujeres y un 76,8% lo hace de manera informal.
Las tareas que desarrollan permiten el desarrollo de la vida pero en su mayoría no tienen reconocimiento, e incluso muchas veces son considerados trabajo no calificados. “Cuando me preguntaron si me sentía valorada como trabajadora de casas particulares, la respuesta fue no. No se toma conciencia de la responsabilidad de nuestro trabajo”, advierte Mónica Monzón, trabajadora de casas particulares y cuidadora de niños/as. “Cuando llega el momento en que no te necesitan más, siento que no se valoran esas tareas”, agrega.
Tanto las empleadas de casas particulares como las mujeres que realizan tareas domésticas y de cuidado al interior de sus hogares de forma no remunerada se ven afectadas por esta invisibilización dado que se asume a estas tareas como atributos naturales de las mujeres. “Hay una conciencia colectiva sobre el cuidado, pero persiste el mandato de ´vos sos la mamá, lo vas a hacer mejor´, y no aprendes a delegar”, agrega Karina Martínez, participante de la experiencia.