Voces de Gaza: La pérdida de Amani

"Con su desaparición, lloré los sueños que tejimos juntas. Nuestra visión compartida del futuro, todo, se ha hecho polvo".

En el sur de Gaza, Amani, de 34 años, intenta proteger a su familia de los efectos del conflicto mientras llora la pérdida de una amiga íntima. Su hogar, en la ciudad meridional de Rafah, parece estar lejos de los escenarios más violentos del conflicto, pero tampoco es garantía de verdadera seguridad.

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Extensive destruction is seen in the Gaza strip following Israeli airstrikes on 10 October 2023.
Se observa una destrucción extensa en la Franja de Gaza después de los ataques aéreos israelíes del 10 de octubre de 2023. Foto: OMS.

Amani trabaja como psicoterapeuta en el Ministerio de Sanidad de Gaza. Su misión es ayudar a los pacientes a superar los traumas de vivir en medio de años de conflicto. Pero también lleva la pesada carga de proteger a su propia familia.

"En todo momento nos rodea una incertidumbre inquietante. Vivo con el temor continuo de lo que pueda ocurrirles a mis hijos y a mi familia", dice. "Mi principal responsabilidad es ofrecer un apoyo inquebrantable, pero la gravedad de este deber es devastadora".

Amani es madre de cuatro hijos, y ha visto cómo su hijo mayor, Firas, empezaba a abandonar sus sueños de un futuro como abogado en medio del conflicto. "A la sombra de esta guerra, los sueños y aspiraciones de mis hijos se han condensado en una única y ferviente súplica: sobrevivir".

"El dolor y el miedo dominan ahora nuestras vidas", continúa, con la voz temblorosa. "Esta es una conversación que nunca quise tener, y sin embargo estoy atrapada por pensamientos interminables, pesadillas implacables y una vida de tormento".

También sufre una dolorosa pérdida. A causa del conflicto, Amani perdió todo contacto con Lamia, su mejor amiga, una chica de 28 años. Amani la recuerda como "un alma vibrante, ingeniosa y decidida", y "una encarnación de la fuerza y los sueños sin límites de las mujeres palestinas".

Juntas superaron sus exámenes de maestría, y soñaban con conseguir una beca para un programa de doctorado.

Cuando las fuerzas israelíes ordenaron a cerca de un millón de personas que abandonaran el norte de Gaza en previsión de una invasión terrestre, Amani envió mensajes a su amiga. Temía que Lamia, como muchas personas de la zona, no pudiera marcharse por limitaciones físicas o por el enorme riesgo de trasladarse en medio del conflicto.

Envió mensajes a Lamia y la llamó en repetidas ocasiones, pero sólo obtuvo un silencio agravado por los cortes en el acceso a Internet. Le temblaba la voz al recordar su último intento de ponerse en contacto con su amiga: "Publiqué en redes sociales con la esperanza de que alguien respondiera: 'Lamia, ¿sigues viva? Me duele el corazón. Les ruego que recen por ella'".

Al caer la noche del 14 de octubre, una persona que vio su publicación en las redes sociales le dio la devastadora noticia: Lamia y toda su familia habían quedado sepultados bajo los escombros de su casa tras ser alcanzada por un ataque aéreo.

En las horas siguientes, los vecinos de Lamia trabajaron durante horas para sacarlos de entre los escombros y rezaron por sus vidas, pero la familia no había sobrevivido.

Pensando en el último momento que pasó con su amiga, Amani recuerda unos días antes del conflicto, cuando ella y Lamia asistieron a un programa de formación en autocuidado de siete días de duración, y lo califica de "una experiencia que nunca habría imaginado que marcaría nuestros últimos momentos juntas".

"Me aferré a la esperanza de que Lamia saliera ilesa, pero la perdimos", lamenta. " Con su desaparición, lloré los sueños que habíamos tejido juntas. Nuestra visión compartida del futuro, todo, se ha hecho polvo".