Nota: Estas publicaciones buscan estimular un debate propositivo en torno a los principales temas de interés para el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en América Latina y el Caribe. Los conceptos expresados por las personas entrevistadas para la producción de nuestros contenidos editoriales no reflejan necesariamente la posición oficial de ONU Mujeres y agencias del Sistema de Naciones Unidas.
Maria da Penha y la ley que transformó la lucha contra la violencia de género en Brasil
El 2024 marca 18 años de la promulgación de la ley brasileña más importante para enfrentar la violencia contra las mujeres. La farmacéutica brasileña Maria da Penha Maia Fernandes, quien da nombre a la ley, es sobreviviente de dos intentos de feminicidio de parte de su expareja. Su caso generó atención internacional y llevó a la responsabilización del Estado brasileño por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos (CIDH/OEA).
Ante el caso, un consorcio de activistas y organizaciones feministas propuso el texto que se convertiría en la Ley 11340, luego de ser debatido en el Parlamento y sancionado por el entonces presidente Lula en 2006. Maria da Penha reconoce que, a pesar de que la ley le ha salvado la vida a muchas mujeres, en otros casos no ha sucedido, y sostiene que cambiar esta situación requiere la estructuración de políticas a nivel local, con foco en los centros de salud municipales. “Esta mujer en situación de violencia, muy probablemente, si las políticas públicas funcionan, no será asesinada”, subrayó Maria, quien también es presidentea honoraria del Instituto Maria da Penha.
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En 2024, la Ley Maria da Penha cumplió 18 años. Desde que se ratificó, ¿qué ha cambiado?
Al principio fue una gran sorpresa, una alegría, una realización. No solo porque la ley lleva mi nombre, sino porque se creó una ley para proteger a las mujeres y castigar a sus agresores. Es una violencia aún hoy invisibilizada en muchos rincones del país, porque hacen falta políticas públicas. En las grandes ciudades, por lo general las capitales, la ley ha cumplido su objetivo pero aún hay mucho por hacer.
¿En qué áreas consideras que aún quedan acciones pendientes?
En el tema de la concientización de las mujeres sobre sus derechos y en la transformación a través de la educación de aquel conocimiento porque los niños que nacen en un hogar violento, que viven en un ambiente violento, llevan esa violencia a la comunidad y a la vida adulta; repiten la violencia que aprendieron. Aún existe una indiferencia muy grande porque no todas las escuelas están comprometidas en llevar a sus aulas esta concientización contra las culturas del odio, no solo la del machismo, sino también la del racismo y otras que conocemos.
Hemos visto con mucha preocupación el avance de una agenda en contra de los derechos en Brasil y en el mundo. ¿Cómo está siendo afectado tu trabajo?
La circulación de fake news sobre mi historia ha aumentado mucho. La parte que se opone a una sociedad más justa e igualitaria ha contribuido a continúen las injusticias. En mi caso, las fake news me han causado y todavía me causan traumas. No he vuelto al supermercado ni he ido a consultas médicas porque en varias instancias me han abordado de una forma en la que me he sentido expuesta a agresividad.
En la sala de espera de consultorios médicos, algunas personas me han dicho que yo soy una mujer a la que le gusta mandar a los hombres a la cárcel. Entonces, ¿cómo podía sentirme tranquila para salir? Dejé de tener mi vida privada y me quedé en casa. Desde el principio, comencé a observar que, mientras las mujeres aplaudían, los hombres se sentían perjudicados por la ley que lleva mi nombre y fue a partir de ahí que se solicitó un guardia de seguridad para todos los eventos a los que asisto.
Hoy día, gracias a Dios, me siento más segura porque he sido protegida. El Ministerio de la Mujer me brindó esta protección. Tengo una medida de protección, sólo salgo de mi casa con un guardia de seguridad. Mis consultas están siendo retomadas y siempre voy con un guardia de seguridad, discretamente, y me siento muy segura en este sentido.
Voy a contar algo que me conmovió mucho. Fui a una consulta geriátrica y, cuando salí del consultorio, un niño vino corriendo a abrazarme diciendo: “¡Es ella, mamá, es ella que vi en la escuela!”. La escuela había sensibilizado a ese niño. Él estaba eufórico y dijo: “Me quiero tomar una foto con ella”. Eso fue muy emotivo, incluso emocionó al guardia de seguridad. Por eso es tan importante educar a los niños. Si ellos tienen conocimiento, seguramente sabrán cómo tratar a las mujeres en su círculo de relaciones cuando crezcan.
¿Qué acciones pueden marcar la diferencia en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y las niñas?
Que las mujeres sepan que tienen derechos. Esto solo puede darse a través de las escuelas y los centros municipales de salud, donde es posible identificar el abuso de niños y saber que una mujer está en situación de violencia, aunque no lo cuente. Esas visitas constantes a los centros de salud, con las mismas sintomatologías físicas y psicológicas, demuestran que algo no está bien en su vida.
Esta mujer necesita ser concientizada. Necesitamos poner información sobre la violencia contra las mujeres en los centros de salud. En el Instituto Maria da Penha, por ejemplo, facilitamos folletos para informar a la población cuando la ley fue creada. Todas las entidades públicas hicieron sus folletos.
Necesitamos tener un centro de referencia para las mujeres dentro de los centros municipales de salud, un espacio con psicólogos y servicios sociales y jurídicos donde la mujer en situación de violencia, si decide denunciar al agresor, puede recibir apoyo legal in situ y será orientada y encaminada a una macrorregión, donde comenzará una nueva vida lejos de la violencia y tendrá la oportunidad de denunciar a su agresor, quien será castigado y reflexionará sobre su conducta. Ese agresor también debe recibir una capacitación, porque, muchas veces, vio a su padre golpear a su madre, a su abuelo golpear a su abuela, y eso se consideraba normal. Entonces, él está repitiendo lo que aprendió. Lo que no queremos es que nuestros niños aprendan este comportamiento.