La escasez de agua y alimentos dificulta la prevención del coronavirus en la mayor reserva indígena del Brasil
En una entrevista con ONU Mujeres Brasil, la enfermera explicó por qué las mujeres, niñas y niños indígenas son los más vulnerables y señaló cómo condiciones persistentes aumentaron los riesgos de cara a la pandemia.Fecha:
Vulnerabilidades crónicas, suministro intermitente de agua y escasez de alimentos: estos son algunos de los desafíos que dificultan la prevención y propagación del COVID-19, según la enfermera Indianara Machado Indianara Ramires Guarani Kaiowá, que trabaja en el Centro de Coordinación Técnica de Dourados, en el Brasil. El Centro está a cargo de la atención sanitaria de más de 18,000 personas en la comunidad de Dourados, la zona que abarca la mayor reserva indígena del país.
En una entrevista con ONU Mujeres Brasil, la enfermera explicó por qué las mujeres, niñas y niños son más vulnerables en términos de la pandemia y señaló cómo las condiciones persistentes históricamente han aumentado los riesgos que les plantea el Coronavirus.
El estado de Mato Grosso do Sul, donde se encuentra Dourados, cuenta con aproximadamente 520 camas hospitalarias en sus Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), 380 de ellas proporcionadas por el Sistema Único de Salud (SUS) de Brasil, sistema de salud financiado con fondos públicos del país. Sin embargo, en la ciudad de Dourados, sólo hay 35 camas de hospital disponibles para una población total de 210,000 personas.
"Ya estamos sufriendo de fallas en las políticas públicas que han resultado en una escasez de atención médica, así como de educación de calidad, saneamiento y recolección de residuos", dijo Indianara. También sugirió que la razón de ello podría atribuirse a "la propia falta de demarcación de los territorios indígenas, además de la ausencia de políticas de generación de empleo e ingresos".
Según ONU Mujeres, las mujeres y las niñas pueden verse afectadas por las dificultades de acceso a alimentos nutritivos e inocuos debido al cierre de los servicios de alimentación en las escuelas y las comunidades, la escasez general de alimentos y las restricciones de libre circulación.
La enfermera también explicó que la proximidad de las comunidades indígenas al centro urbano de Dourados generaba un tráfico constante de personas entre los pueblos y la ciudad, lo que suscitaba preocupaciones en cuanto a su capacidad para respetar las recomendaciones de distanciamiento físico. Dijo que las mujeres de la aldea viajaban a la ciudad para intercambiar yuca por arroz.
Indianara ha venido difundiendo información sobre COVID-19 a los hogares y comunidades indígenas y dijo que ha estado tratando de encontrar soluciones junto con las autoridades locales en relación con la falta de suministros para las poblaciones más vulnerables. "A veces el agua viene una vez a la semana, y en el mejor de los casos habría suministro de agua tres o cuatro veces a la semana". Esto genera una enorme preocupación dada la importancia del agua en la prevención del brote. "Hemos estado trabajando con los administradores para superar este problema, haciendo todo lo posible para que las comunidades indígenas no sufran durante la pandemia", explicó.
Un informe reciente de la Oficina Regional de ONU para las Américas y el Caribe afirma que las mujeres son imprescindibles en la lucha contra el brote – como primeras respondientes, trabajadoras y profesionales sanitarias, voluntarias comunitarias y cuidadoras, así como por ser desproporcionalmente afectadas por la crisis.
Para asegurar la dimensión de género en la respuesta se necesitan recursos específicos destinados a satisfacer las necesidades de las mujeres y las niñas. Las organizaciones de mujeres a nivel comunitario deben ser apoyadas para garantizar que los mensajes sobre estrategias de prevención y respuesta lleguen a todas las mujeres.