Autonomía económica para salir de una situación de violencia

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Dos de cada diez mujeres mexicanas mayores de 15 años han vivido violencia económica por parte de su pareja. Como parte de los efectos de la crisis por COVID-19, ha habido mayores niveles de estrés, inseguridad económica y alimentaria, disminución de ingresos y desempleo, lo cual puede aumentar significativamente los niveles de violencia contra las mujeres y las niñas en el ámbito doméstico e incrementar las barreras que viven para salir de círculos de violencia o activar redes de apoyo.

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Foto: ONU Mujeres / Dzilam Méndez

*Luz no sabía que había refugios en los que podía pedir apoyo y vivió muchos años violencia por parte de su pareja. Se acercó al Instituto de las mujeres en Ciudad Juárez y de ahí la canalizaron a la asociación civil Sin Violencia. Cuando egresó del refugio fue una de las beneficiarias de las transferencias directas realizadas como parte de la Iniciativa Spotlight, programa puesto en marcha por las Naciones Unidas y la Unión Europea, en estrecha coordinación con el gobierno de México, para prevenir y eliminar el feminicidio.

El programa de Transferencias Directas a Mujeres Egresadas de Refugios, implementado por ONU Mujeres con apoyo de OXFAM México, alcanzó a 101 mujeres, con el fin de apoyarlas a reconstruir su proyecto de vida y reducir su exposición a riesgos de violencia. Este se extendió durante tres meses, en los municipios de Chihuahua y Ciudad Juárez, en Chihuahua; Ecatepec de Morelos y Naucalpan de Juárez, en el Estado de México, y Chilpancingo de los Bravo, en Guerrero, municipios prioritarios para la Iniciativa Spotlight por las condiciones de violencia feminicida que afecta a mujeres y niñas.

En Ciudad Juárez se trabajó con la asociación civil Sin Violencia, cuya directora, Elia Orrantia, recalcó la necesidad de que este tipo de apoyos sean para mujeres que hayan tenido un acompañamiento previo, donde se les capacite e informe sobre cómo aprovechar el recurso económico, ya que puede haber riesgo de que este recurso caiga en manos del agresor, y que ellas no puedan ejercerlo libremente.

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Foto: ONU Mujeres / Dzilam Méndez

“Para la parte de las transferencias directas de Spotlight, se les hizo ver como un derecho, una acción afirmativa a favor de las mujeres, ese recurso en esos tres meses, les cambió la vida; tenemos un programa donde las mujeres salen a laborar mes y medio para que ellas logren capitalizarse, ya que no tienen redes de apoyo ni un ingreso para pagar sus gastos, y los refugios no tenemos para pagarles la renta, conseguimos lo básico, donaciones de mobiliario. Las mujeres que recibieron el recurso lo utilizaron para poder asegurar la renta o para comprar alimentos en algunos casos. Se apoyó a ocho mujeres en el refugio con este recurso”, comentó Elia.

“Las mujeres que gozan de autonomía económica a largo plazo tienden a verse menos expuestas a situaciones de violencia. Para promover mayor autonomía económica es necesario abordar las barreras para acceder al mercado laboral y al emprendimiento que tienen las mujeres. Esto contribuiría a la creación de empleos, facilitaría la participación de las mujeres en la economía, se generarían retornos fiscales para el Estado, un mayor ingreso para las personas, y contribuiría al bienestar de toda la sociedad”, recalcó Lourdes Colinas, Oficial Nacional y Especialista en Empoderamiento en ONU Mujeres en México.

Elia comenta que, para brindar aoyo a las mujeres que buscan salir de situaciones de violencia, Sin Violencia propone un programa de empoderamiento económico con cinco talleres que tiene tres objetivos específicos: que cuenten con un certificado o documento que les pueda ayudar a encontrar trabajo; que con lo aprendido en los talleres puedan autoemplearse o contar con un ingreso extra y que cuenten con las herramientas para ahorrar y emprender. En esta instancia aprenden a identificar cuánto cuesta elaborar su producto, cuánto cuesta venderlo y dónde lo pueden vender.

Con los cursos de corte y confección aprenden hacer pijamas, camisas, entre otras prendas, para ellas o sus hijos/as; con el de belleza aprenden corte de cabello, y con esto pueden cortarle el cabello a sus hijos/as y no hacer ese gasto; con el de prendas de vestir con estambre hacen suéteres, bufandas, guantes, cobijas, ya que en Juárez la temporada invernal puede ser muy cruda, con esto ellas pueden invertir poco y crear prendas para su familia; con el curso de elaboración de joyería y bisutería pueden crear sus propios artículos para uso personal o para venderlos. Finalmente, con el curso de computación se busca que se visualicen capaces de encontrar otro tipo de trabajos como recepcionistas, cajeras, y que le pierdan el miedo al uso de la tecnología.


Foto: ONU Mujeres / Dzilam Méndez

En Sin Violencia, el 80% de los casos atendidos son por violencia doméstica o de pareja, generalmente son sus esposos o novios los que las amenazan de muerte y las violentan físicamente. Hay casos donde la violencia familiar se da de hijos varones a las madres, las despojan de sus bienes y llegan a violentarlas. “Tenemos el caso de una adulta mayor abusada sexualmente por su yerno dentro del hogar de su hija; los otros casos son trata de mujeres que son explotadas sexual o laboralmente y se quedan sin redes de apoyo”, describe Elia.

Durante la pandemia llegaron más mujeres a pedir apoyo a Sin Violencia; las atenciones se incrementaron en un 22%. La organización tiene una casa de emergencia. La directora testimonia que hubo que hacer algunos rescates en fines de semana y en las noches junto a la policía municipal. En sus palabras: “El aumento pasó porque poco a poco se quedaron más incomunicadas por las medidas de encierro, la violencia estaba ahí, estaba presente desde antes de COVID-19, pero antes tenían más voces o contactos para decir lo que les pasaba o para ser más resilientes, pero al estar incomunicadas, la violencia se agudizó”

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Foto: ONU Mujeres / Dzilam Méndez

“Yo me acabo de divorciar, sufría violencia por parte de mi pareja, duré cinco años con él, también violentaba a mis 5 hijos de 12, 7, 10, 4 y 2 años, desde el noviazgo que duró 6 meses ya había señales de violencia. Me prohibía hablar con mi familia, no me dejaba tener redes sociales ni salir sola a la tienda. Yo pensé que lo hacía porque me quería, pero después de que nos casamos, la violencia aumentó, y además no me dejaba trabajar. Llegué al refugio después de demandarlo por el intento de abuso sexual hacia mi hija mayor”, señala *Luz, sobreviviente de violencia.

“En el refugio me ayudaron con mi plan de vida, justo hice un pequeño negocio hace unos meses después de recibir el apoyo económico. Mi negocio es de cosméticos con los distribuidores que me dieron en el refugio. Compro a mayoreo, también vendo tamales y avena. Como en todo, hay días buenos y días malos, pero es algo que puedo llamar mío, me pongo en algunos tianguis a vender”, cuenta *Luz.

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Foto: ONU Mujeres / Dzilam Méndez

“Tuve que aprender a no normalizar la violencia, el lema de mi familia siempre ha sido ‘aguántalo, es tu esposo y el papá de tus hijos’. Todas las mujeres de mi familia hemos sufrido violencia, pero es algo normal para ellas. Al principio confieso que me arrepentía y pensaba que no iba a poder sola, pero el refugio de Sin Violencia me ayudó a seguir adelante”, comentó *Luz.

Para *Luz es muy importante que las mujeres puedan tener sus propios ingresos para cumplir sus objetivos y no tener que soportar abusos y violencia por parte de sus parejas, ya que, en su caso, no contó con el apoyo de su familia en el momento del divorcio. Pretendían que siguiera con el padre de sus hijos/as, por lo que tuvo que buscar la forma de poder mantener a sus cinco hijos/as; lleva trabajando desde hace siete meses lo que pudo iniciar con el apoyo de transferencias directas de la iniciativa Spotlight.

“Las condiciones de vulnerabilidad y de riesgo pueden revertirse cuando las mujeres tienen acceso a los medios y a los recursos para construir y decidir el rumbo de sus propias vidas y de las de sus familias, por lo que estas acciones y programas cobran especial relevancia para lograr la autonomía y agencia de las mujeres sobrevivientes de violencia”, Nayeli Sánchez, coordinadora de Spotlight en ONU Mujeres México.