María Vicenta Andrade: “La participación política de las mujeres indígenas es fundamental para que nuestras voces y necesidades sean incluidas en las agendas de desarrollo”
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La participación política de las mujeres indígenas es crucial para el desarrollo de sociedades más inclusivas e igualitarias. Esta participación no solo implica el derecho de elegir o ser elegidas; también abarca la capacidad de influir en las decisiones políticas y sociales que afectan sus vidas y las de sus comunidades.
Cuando las mujeres indígenas ocupan espacios en estructuras políticas, aportan perspectivas únicas basadas en sus experiencias y conocimientos tradicionales. Estos aportes son esenciales para abordar de manera efectiva problemas complejos como la pobreza, la discriminación y el acceso a la educación y la salud en sus comunidades. Además, su presencia en la política ayuda a desafiar y transformar las normas y estructuras patriarcales que tradicionalmente han limitado su participación en la toma de decisiones.
En Ecuador, el camino hacia la igualdad y el reconocimiento de derechos para las mujeres indígenas ha sido recorrido por líderesas resilientes y decididas. Una de ellas es María Vicenta Andrade, originaria del pueblo Kichwa Saraguro, quien ha dedicado su vida al servicio y la activación de su comunidad, enfocándose en la participación política y el empoderamiento de las mujeres.
Su formación académica y su experiencia le han proporcionado las herramientas necesarias para influir significativamente en las estructuras políticas y sociales de su comunidad.
Desde sus primeros años en la parroquia San Lucas, en Loja, Andrade se involucró en los procesos organizativos, donde cultivó un profundo compromiso con la justicia social que la llevó a enfrentar y superar desafíos de discriminación y pobreza. Estos desafíos, lejos de disuadirla, fortalecieron su resolución de mejorar las condiciones de vida de su pueblo, especialmente de las mujeres.
A pesar de las dificultades, María Vicenta no se desvinculó de su comunidad, y combinó sus estudios con el apoyo a su parroquia. Durante su tiempo en la universidad, fundó la Asociación de Estudiantes Indígenas Residentes en Loja y se vinculó con la organización de mujeres campesinas de Loja, lo que marcó su primer contacto con las problemáticas específicas de las mujeres rurales e indígenas.
Su compromiso la llevó a formar parte del primer levantamiento indígena de Ecuador, en 1990 y a participar activamente en la construcción de la ley contra la violencia hacia las mujeres, en 1992. "Las mujeres indígenas también tenemos derechos y sufrimos violencia", destaca Andrade, subrayando la importancia de reconocer y combatir la violencia de género dentro de las comunidades indígenas.
"La participación política de las mujeres indígenas es fundamental para que nuestras voces y necesidades sean incluidas en las agendas de desarrollo", afirma Andrade. Este principio ha guiado su lucha por más de tres décadas, durante las cuales ha visto cómo la situación de las mujeres indígenas ha empezado a cambiar, aunque todavía queda mucho por hacer", indica Andrade.
A través de su trabajo, especialmente con ONU Mujeres y el proyecto ProAmazonía, ha incorporado la perspectiva de género en políticas y programas locales, esforzándose por mejorar la vida de las mujeres en la región.
El impacto de su trabajo se plasmó en la escuela Antisuyu Warmikuna, que marca un antes y después en el empoderamiento de las mujeres dentro de las comunidades en las que trabajó. María Vicenta nos recuerda que "nuestro trabajo es colectivo, es sobre posicionarnos y asegurarnos de que nuestras realidades y problemas sean reconocidos y abordados”, como un requisito esencial para el progreso hacia sociedades más justas e igualitarias.