Una nueva vida contra el VIH/SIDA

Fecha:

30 historias
Imagen: Voces desde el terreno, 30 historias de mujeres emprendedoras.

Ingrid Gamboa es una mujer garífuna. Vive en una casa que, bajo sus techos de palmera, ostentan más de 100 años de antigüedad en el municipio de Livingston, en el departamento de Izabal, Guatemala, donde más de tres generaciones de su familia han habitado. Desde ahí, Ingrid trabaja cada día en busca de una nueva vida. 


“Es complejo para una mujer ser garífuna y pobre en este país, en este contexto. Afrontamos situaciones de exclusión, discriminación, falta de oportunidades, y todo ese tipo de flagelos que se vienen arrastrando por parte de la sociedad, y también por parte del Estado”, afirma. 

Ingrid empezó su experiencia como activista con tan sólo 12 años, cuando su madre enfermó y ella tuvo que buscar ayuda: “no había ni cinco quetzales para comprar una ampolla para mitigar el dolor, así que tuve que ir a tocar puertas. Así es como pude comprobar la capacidad que tenía yo para transformar algunas cosas”. Desde entonces ha participado en diferentes activismos de derechos humanos “viendo la manera de construir una sociedad un poco más justa y equitativa”. 

Hoy, con 55 años, preside la Asociación de Mujeres Iseri Ibágari, que en garífuna significa Nueva Vida. Una asociación que surgió en su comunidad en un contexto de alta tasa de mortalidad a consecuencia del VIH/SIDA. 

“El SIDA aquí arrasó con muchas personas, familiares, amistades y gente muy importante para la comunidad, así que había que buscar respuestas y actuar”, cuenta Ingrid. 

ONU Mujeres ha apoyado el trabajo de incidencia política de la Asociación Iseri Ibágari para el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres afrodescendientes de Guatemala. Tal y como explica Ingrid, “somos un pueblo con muchas riquezas históricas, pero no todos reconocíamos esto, tampoco las autoridades. Este proyecto nos ha hecho hacer otro nivel de incidencia, a nivel departamental, y por qué no decirlo, también a nivel nacional”. 

“ser garífuna parece que es solamente saber bailar punta, y muchas veces olvidamos la parte histórica. Este proyecto ha venido a ensancharnos el conocimiento sobre nuestros orígenes, que no han sido nada fáciles, pero esa parte de historia sangrienta había que tratarla, y eso es lo que nos tocó trabajar”. 

Ingrid reconoce que ella misma ha podido profundizar sobre su identidad, “porque yo antes no hablaba de África, porque duele mucho hablar de África y de San Vicente, porque nos expulsaron de nuestro territorio, pero con este proyecto ya llegamos con las autoridades, conociendo nuestra verdadera identidad, y también sentimos que nos respetan más”. 

“Nada es más importante que ver cómo se está formando un relevo generacional. Yo siempre digo que no necesito cinco personas que cambien, con una que logre transformar, ésta una también va a lograr transformar con el tiempo, y continuará cuidando mi territorio. Porque yo no pienso emigrar, sino que quiero quedarme aquí tratando la manera de seguir siendo una estrella que brille, aunque debajo de muchas piedras”. 

Iseri Ibágari nació como una nueva vida, y hoy sigue transformando vidas y generando cambios en la comunidad y en la vida de muchas mujeres y niñas. Ingrid y el grupo de mujeres de la asociación se sienten muy orgullosas del camino iniciado con este proyecto para que las mujeres garífunas participen realmente en los espacios de toma de decisiones a nivel departamental. Sus palabras desprenden fuerza y optimismo: “No cabe duda de que sí lo vamos a lograr”. 

 

Esta historia es parte de la publicación “Voces desde el terreno”, un compendio de 30 historias de mujeres empoderadas, a través del programa Ampliando las Oportunidades Económicas para las Mujeres Rurales Emprendedoras en América Latina (BEO, por sus siglas en inglés) una iniciativa de ONU Mujeres y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).