¿Por qué el liderazgo de las mujeres no figura en los titulares?

Cinco historias sobre el liderazgo de las mujeres

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La pregunta nunca ha sido si las mujeres tienen la misma capacidad de liderazgo que los hombres. Las mujeres siempre han liderado, y siempre lo harán, especialmente en épocas difíciles cuando sus comunidades las necesitan.

La pregunta que cabe plantearse es por qué el liderazgo de las mujeres es invisible. ¿Por qué se silencia su potencial y su poder?

En medio de una pandemia global, encontramos a mujeres en la primera línea de todos los frentes, desde jefas de Gobierno o legisladoras hasta trabajadoras sanitarias y líderes comunitarias, entre otros ejemplos. Aunque los grupos comunitarios y las organizaciones de mujeres asumen gran parte de la responsabilidad de evitar la propagación del virus y ayudar a las personas más necesitadas, continuamente quedan fuera de los procesos de toma de decisiones.

Hoy, las mujeres sólo ocupan la jefatura de Estado y de Gobierno en 21 países, pese a las sólidas muestras de que su liderazgo contribuye a lograr una toma de decisiones más inclusiva y una gobernanza más representativa, incluso durante esta pandemia. Los hombres siguen representando el 75 por ciento de los cargos parlamentarios y ostentan el 73 por ciento de los puestos directivos. La mayoría de las personas que negocian los procesos formales de paz también son hombres.

Este año, la celebración del Día Internacional de la Democracia nos recuerda que liberar todo el abanico de perspectivas, experiencias y liderazgo de las mujeres es vital para lograr una mejor reconstrucción a partir de esta pandemia.

Descubra cómo las mujeres lideran en pos del bienestar de todas las personas en sólo cinco historias que tal vez se haya perdido.

1. La demostración del sólido liderazgo de las mujeres durante la pandemia

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Su Excelencia Vjosa Osmani es doctora en Ciencias Jurídicas, exprofesora y madre de dos hijas. Fotografía: Oficina de la Presidencia de la Asamblea.

De Alemania a Nueva Zelanda y de Dinamarca a Islandia, las mujeres líderes han demostrado claridad, empatía y una gran capacidad comunicativa en sus decisiones y políticas durante la pandemia de COVID-19. Vjosa Osmani, la primera mujer presidenta de la Asamblea de Kosovo, es una de las muchas mujeres elogiadas por su liderazgo durante la crisis.

Osmani, exprofesora y madre de dos hijas, es una firme defensora de la representación de las mujeres en la política. “Cuando las mujeres ocupan [cargos] políticos y estatales de alto nivel, contribuyen a crear políticas más equilibradas, sensibles al género y con conciencia medioambiental de cara al futuro”, afirma.

Durante la pandemia, las mujeres han enfrentado altos niveles de vulnerabilidad en Kosovo. Como en muchos otros países, en Kosovo se ha producido un aumento de los casos de violencia doméstica desde la entrada en vigor de las medidas de confinamiento. “Además de dedicarme de forma constante a dar a conocer las dimensiones de género de la pandemia y difundir información y hechos relevantes, mantengo un estrecho seguimiento de todas las acciones gubernamentales”, explica Osmani.

En su empeño por proteger a las poblaciones más vulnerables de las amenazas planteadas por la crisis de la COVID-19, se ha unido a la campaña de ONU Mujeres en Kosovo contra la violencia doméstica y ha trabajado en estrecha colaboración con UNICEF en temas relacionados con el bienestar familiar y la salud infantil.

“Son pocas las mujeres que ocupan puestos de liderazgo en el mundo, y lo mismo sucede en Kosovo. La productividad social no se logrará hasta que no desaparezcan las barreras de género, la discriminación y la marginación”, sostiene, añadiendo que tanto los hombres como las mujeres deben contribuir a los esfuerzos para que más mujeres ocupen puestos de toma de decisiones.

Lea la entrevista completa aquí.

2. La lucha contra la inseguridad alimentaria en la primera línea

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Mujeres en un Pueblo por la Paz en Jetis, en la provincia de Java Central. Las integrantes de los grupos de mujeres han desempeñado papeles fundamentales como voluntarias comunitarias en la lucha para detener la propagación de la COVID-19. Foto cortesía de la Fundación Wahid.

Los principios democráticos son la esencia del proyecto GUYUB, una iniciativa para prestar asistencia básica a las mujeres de Indonesia durante la crisis de COVID-19. En indonesio, guyub significa “llevarse bien” o “con compañerismo”. Es una filosofía que conecta a las comunidades incluso a pesar de la alteración de la vida social que han supuesto las medidas de confinamiento y la distancia física.

Este proyecto, fruto del trabajo conjunto de ONU Mujeres, la ONUDD y el PNUD, llevó paquetes de alimentos y artículos higiénicos recién distribuidos a las familias de diez Pueblos por la Paz de Java. Un grupo de trabajo coordinado por mujeres se encargaba, en colaboración con la ONG indonesia Fundación Wahid, de la distribución de los paquetes tras su llegada a los pueblos.

“Las restricciones sociales a gran escala impuestas en nuestra ciudad nos plantearon un auténtico reto... a la hora de comprar, preparar y distribuir los paquetes de alimentos y los kits higiénicos”, explica Siti Yulaikha, integrante del grupo de trabajo de Sidomulyo, ciudad de Batu, provincia de Java Oriental. Sin embargo, las mujeres líderes usaron una instalación que había servido anteriormente como banco de alimentos y, a pesar de las limitaciones de circulación, consiguieron repartir los paquetes a las personas más necesitadas de la comunidad.

“La población agradece los paquetes de comida, ya que muchas tiendas y mercados están cerrados. También han usado los kits higiénicos, con artículos como desinfectante y jabón, no sólo en casa, sino también en espacios públicos como el puesto de seguridad local”, asegura Yulaikha.

Para proteger la salud de la población, el grupo de trabajo también asumió otras importantes tareas de prevención de contagio del virus, como la desinfección de lugares públicos, la confección y distribución de mascarillas y la difusión de información sobre los protocolos sanitarios. Además, han puesto en marcha un centro para recoger datos sobre el coronavirus, rastrear los contactos y hacer controles sanitarios.

Su rápida adaptación a estas circunstancias tan difíciles no acaba aquí: cuando los ingresos de muchas mujeres empezaron a caer debido al cierre de los mercados y a la pérdida de oportunidades comerciales, recordaron lo aprendido en una capacitación previa sobre emprendimiento y crearon un grupo de WhatsApp para usarlo como mercado en línea.

“Las personas que tienen puestos de comida usaron WhatsApp para gestionar los pedidos para llevar y las entregas a domicilio. Este esfuerzo contribuyó a proporcionarles unos ingresos continuos, que resultaron vitales durante la pandemia”, explica Yulaikha.

3. El liderazgo en los esfuerzos de prevención de contagio del virus en Libia

Women peacebuilders are using their mobile phones to support COVID-19 response efforts in Libya. Photos: Courtesy of Libyan Women’s Network for Peacebuilding.
En Libia, los dispositivos móviles se han vuelto fundamentales para ayudar a las mediadoras por la paz a seguir con su trabajo de llamado a un alto el fuego y de seguimiento de los casos de amenazas de violencia contra las mujeres. Fotografías: Cortesía de la Red de Mujeres Libias por la Consolidación de la Paz.

Las 36 integrantes de la Red de Mujeres Libias por la Consolidación de la Paz han ido un paso por delante de la mayor parte del mundo laboral, ya que estaban habituadas a mantener el contacto por teléfono y computadora desde mucho antes del inicio de la pandemia. Separadas por las divisiones de su país, estas mujeres líderes, de diferentes orígenes sociales, generacionales y geográficos, vienen usando WhatsApp y Zoom desde julio de 2019 para comunicarse y debatir estrategias de consolidación de la paz.

“Creemos que deberíamos ser una única Libia”, explica una integrante de la Red, creada con el apoyo de ONU Mujeres. Todas son activistas experimentadas, cada una vinculada a su propia red regional de activistas que trabajan para apoyar a su comunidad. Cuando se conoció la amenaza de la pandemia, estas mujeres adaptaron rápidamente su activismo en línea para responder a la situación.

Compartieron información vital sobre el virus y sobre cómo se propaga en radios nacionales y locales, proporcionaron productos de desinfección y limpieza a los hogares con ingresos bajos y difundieron números de atención telefónica para situaciones de violencia de género. Colaboraron con otras organizaciones en la distribución de mascarillas y guantes en las cárceles y los centros de detención y pidieron por la liberación de las personas presas con condenas cortas o que estaban a punto de cumplir su pena, especialmente aquellas de edad avanzada o enfermas.

Dado que la red de mujeres se extiende por todo el país, disponen de información muy valiosa sobre las necesidades regionales, y su papel ha sido clave para poner de relieve los aspectos humanitarios específicos de cada población.

A pesar de que su función en la gestión de los conflictos y la consolidación de la paz en las familias y comunidades es fundamental, las mujeres libias rara vez tienen acceso a los espacios de negociación y de toma de decisiones, dominados por los hombres. Estas mujeres líderes, que luchan en distintos frentes a la vez (enfrentando tanto las amenazas del coronavirus como la marginalización de las mujeres en los procesos de paz) siguen trabajando para lograr una Libia más segura, saludable y pacífica.

“Las mujeres libias están en la primera línea de respuesta a múltiples problemas, desde la COVID-19 a las horribles consecuencias de un conflicto que ha dividido su país e infligido un sufrimiento inimaginable en sus comunidades”, explica Begoña Lasagabaster, representante de ONU Mujeres en Libia. “Es hora de que ocupen el lugar que les corresponde en las conversaciones de paz y puedan expresar su opinión sobre el futuro de Libia”.

4. El derribamiento de las barreras de acceso a la información y los servicios sanitarios para las comunidades indígenas

Waleska López Canú.  Photo Courtesy Waleska López Canú
Waleska López Canú.  Photo Courtesy Waleska López Canú

La Dra. Waleska López Canú, directora médica de la Wuqu’ Kawoq o Alianza Maya para la Salud, está orgullosa de ser maya kaqchikel. Su identidad indígena es la esencia de gran parte del trabajo que hace en la Alianza Maya para la Salud, que ofrece servicios médicos a las comunidades más empobrecidas de Guatemala.

Desde el inicio de la pandemia, López ha coordinado tratamientos de telemedicina en los ámbitos de la malnutrición grave y crónica, la salud reproductiva y sexual y las enfermedades crónicas y complejas, con el fin de que las personas enfermas sigan recibiendo cuidados vitales a pesar de las medidas de confinamiento. La Alianza Maya para la Salud también ha distribuido ayuda alimentaria a más de 900 familias.

Además de proporcionar ayuda y tratamientos, la organización intenta reducir las barreras a la atención sanitaria para que toda la población pueda acceder a ella. En el marco de la lucha actual contra la COVID-19, López ha sido testigo de cómo el idioma puede ser una barrera para informar a las comunidades indígenas sobre las estrategias de prevención de contagio del virus. Para ayudar mejor a esos grupos marginados, la Alianza Maya para la Salud, en colaboración con otras instituciones asociadas, ha creado una serie de vídeos, audios y programas de radio, adaptados a contextos rurales e indígenas, con vistas a su distribución en siete lenguas mayas, y también en español.

Con López como directora médica, la Alianza Maya para la Salud también ha desempeñado muchas otras funciones vitales en la respuesta a la COVID-19: la organización facilita la divulgación de medidas de prevención entre el personal sanitario a través de un grupo de WhatsApp en el que participan más de 180 personas de más de 100 organizaciones comunitarias. Además, suministran equipos de protección personal a estudiantes del último año de la carrera de medicina que ofrecen sus servicios en áreas rurales, así como capacitación y asesoramiento en línea para profesionales de la salud.

“La crisis por la pandemia ha visibilizado nuestra cruda realidad, que ha sido desatendida históricamente”, afirma López. “Las mujeres indígenas poco a poco nos vamos haciendo conscientes de nuestro verdadero papel en la familia y en la sociedad. Tenemos mucho que aportar, desde nuestras experiencias de vida y el conocimiento de lo que somos y queremos, así como del conocimiento de las necesidades reales de la propia comunidad”.

Puede leer más sobre López y otras mujeres líderes aquí, en una recopilación de historias elaborada por el Task Force Interamericano sobre el Liderazgo de las Mujeres. ONU Mujeres forma parte de este grupo de trabajo, que es una entidad formada por las principales instituciones internacionales e interamericanas dedicadas a promover y apoyar el liderazgo de las mujeres en América y el Caribe.

5. La prevención de la propagación de la COVID-19 en asentamientos de personas refugiadas en Uganda

Martha Achok raises awareness on how to prevent the spread of COVID-19 in Uganda. Photo: UN Women /Aidah Nanyonjo
Mediadoras por la paz del asentamiento de Nyumazi, en Uganda, reciben artículos de higiene para ayudar a detener la propagación de la COVID-19. Fotografía: ONU Mujeres/Aidah Nanyonjo

En el asentamiento de Bidibidi para personas refugiadas y desplazadas, situado en el distrito Yumbe de Uganda, Joyce Maka espera en el punto de recogida de agua. Esta refugiada procedente de Sudán, madre de tres, llegó a Uganda después de que los rebeldes asesinaran a su esposo. Es una de las 12 mediadoras por la paz de la zona B del asentamiento que ahora dirigen la lucha contra la COVID-19.

Maka espera en la estación de agua porque, a pesar de las medidas de confinamiento, la gente (normalmente, mujeres y niñas) todavía tiene que frecuentar este lugar para recoger agua, lo que lo convierte en un punto estratégico para difundir información que puede salvar vidas. Desde el inicio de la pandemia, la difusión de información sobre el virus ha supuesto todo un reto, ya que la mayoría de la población está confinada en sus hogares.

“Las animamos a permanecer como mínimo a dos metros de las demás y a lavarse las manos antes y después de bombear el agua”, explica Maka. Las personas que, como ella, ejercen de mediadoras por la paz, suelen terciar en las disputas comunitarias, que incluyen asuntos de violencia doméstica, matrimonio precoz y derechos sobre la tierra. Sin embargo, con la pandemia, las mediadoras han pasado a dirigir las medidas de prevención frente a la COVID-19.

Las mujeres han aprendido la importancia del lavado de manos, la distancia física, el uso de mascarillas, las pruebas de detección y las cuarentenas, y comparten esta información con toda la comunidad a través de canciones que han compuesto en su dialecto local.

Conseguir la confianza y la cooperación de la comunidad es fundamental para prevenir la propagación de la COVID-19, por lo que es importante que la información sobre salud proceda de miembros de la comunidad que inspiren confianza, como las mediadoras. Su liderazgo y compromiso con el bienestar de todas las personas es ahora más crucial que nunca. Leer más.