Alejandra Camacho: bióloga ecuatoriana al servicio de la comunidad, la investigación y la ciencia
María Alejandra Camacho estudió biología en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Ciencias Museológicas con mención en Colecciones de Historia Natural en la Universidad de Leicester, Inglaterra. Actualmente, se encuentra desarrollando su doctorado en la Universidad de Toulouse, Francia. Ha estudiado y trabajado en la colección de mamíferos del Museo de Zoología QCAZ desde 2002, colección que administra formalmente desde 2011. Ha estado involucrada en la propuesta, coordinación, dirección y ejecución de proyectos relacionados con entender la biodiversidad de micromamíferos. Es una de las fundadoras de la Sociedad Ecuatoriana de Mastozoología, de la que fue presidenta entre 2018 y 2021. Actualmente forma parte de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas (REMCI), representando al nodo PUCE.
El acceso desigual a la educación, a las tecnologías y a los puestos de liderazgo ha obstaculizado las posibilidades de desarrollo de mujeres científicas en carreras de STEM y ha estancado su progreso. Sin embargo, muchas desafían los límites a través de las ciencias y buscan soluciones a problemas complejos en el mundo. Su contribución ha transformado nuestra perspectiva y sus historias merecen ser contadas.
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Investigadora, aventurera y rompiendo estereotipos desde el comienzo
Su interés por el estudio de las ciencias se desarrolló a edad muy temprana, heredó de su familia su carácter investigativo y su pasión por la rigurosidad del estudio y la búsqueda de las explicaciones en la naturaleza. Antes de ingresar a la universidad, consideró estudiar química y medicina. Sin embargo, al momento de escoger la rama de la ciencia que se convertiría en su mayor pasión, decidió seguir el camino de la biología pura en la PUCE.
Su deseo por entender la biodiversidad de micromamíferos, motivó a que Alejandra, desde el primer semestre, se vincule y trabaje como voluntaria, en un inicio, dentro de la División de Mastozoología, que se convertiría en su línea de investigación. “Nunca más trabajé en otro laboratorio porque me di cuenta que me encantaba, soy taxónoma; me encanta ponerle nombre a las cosas y saber qué son, me encanta trabajar en una colección científica”.
Como su especialización demanda gran cantidad de trabajo de campo, muchas veces tuvo que romper la idea de que las mujeres no pueden investigar en campo. “En Mastozoología es interesante el trabajo que se hace para realizar colecciones científicas y a partir de ellas estudiar; requiere mucho esfuerzo, trabajo de noche, material pesado y siempre había la pregunta de cómo las mujeres van a trabajar en campo, con ese material pesado y tanto tiempo. Al inicio fue difícil, pero con voluntad lo logré y ahora enseño a mis alumnos, hombres y mujeres, que las mujeres sí podemos hacer ciencia en donde sea”.
REMCI, una red de mujeres al servicio de la ciencia
Su entusiasmo por visibilizar el trabajo de las mujeres científicas ha hecho que Alejandra forme parte de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas. Ella representa, junto a la doctora Priscilla Muriel, al nodo PUCE. El amor a su profesión y a la enseñanza le ha llevado a formar, voluntariamente, parte de esta red de mujeres que busca promover y visibilizar el trabajo científico de las mujeres ecuatorianas, pero además, buscan que más mujeres y niñas vean, a través de las acciones de la red, a científicas ecuatorianas como un ejemplo a seguir.
Uno de los retos para las mujeres científicas en Ecuador, que la doctora (c) Camacho menciona, es la de difundir y motivar el intercambio científico, especialmente entre las personas más jóvenes. Por eso, junto a la REMCI, organizan encuentros en los que la ciencia se cuenta y enseña con pasión. “Una de las satisfacciones de poder formar parte de estos eventos y enseñar es ver ese brillo en los ojos de niñas y niños cuando aprenden algo nuevo y hace un click en sus cabezas. Luego, saber que lo que han aprendido lo han enseñado en sus hogares, me hace muy feliz porque sé que estoy divulgando y motivando”, menciona.
Foto: Cortesía de Alejandra Camacho
Educación para el futuro
En Ecuador, según datos de la Secretaría Nacional de Educación Superior y UNESCO, las mujeres constituyen el 55 % del gran total de estudiantes universitarios. No obstante, en las ramas de ciencia y tecnología, las mujeres siguen siendo una minoría: 23 % en ingeniería, industria y construcción, 38 % en ciencias de la vida, matemáticas e informáticas.1 Para Alejandra; la educación es un factor clave para cerrar la brecha de género en ciencias, tecnologías, ingenierías o matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), por esto, es crucial motivar en escuelas y colegios, en especial, a que más mujeres se animen y se entusiasmen por estudiar alguna de estas ramas, pero además, enfatiza la necesidad de promover y fortalecer políticas públicas que puedan disminuir la brecha de género en la educación. “Muchas veces no hay una motivación correcta desde las escuelas y colegios, además, la brecha de acceso a la tecnología es un punto muy importante en el que se debe trabajar. Debemos llevar la ciencia a todos los espacios”.
Alejandra confía en que el futuro brindará más oportunidades para que más mujeres y niñas hagan ciencia. Ella forma parte de las científicas que están abriendo el camino y solo tiene una petición para las nuevas generaciones: “A todas las mujeres y niñas que quieren ser científicas, les pido que no tengan miedo. Aprovechen las oportunidades que se les presenten, sean curiosas, busquen más información, lean, estudien y jamás crean que no pueden lograrlo. Las mujeres podemos hacer ciencia y lo estamos demostrando”.
Nota: Estas publicaciones buscan estimular un debate propositivo en torno a los principales temas de interés para el avance de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en América Latina y el Caribe. Los conceptos expresados por las personas entrevistadas para la producción de nuestros contenidos editoriales no reflejan necesariamente la posición oficial de ONU Mujeres y agencias del Sistema de Naciones Unidas.