Lucía Ruiz: “Sin el agua no podemos sobrevivir”

El Gran Chaco Americano, una extensión de más de 1.000.000 kilómetros cuadrados repartidos Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, está habitado por más de 7 millones y medio de personas.  

Es el segundo bioma en extensión del continente, y altamente vulnerable al cambio climático, con sequías prolongadas que afectan la disponibilidad de agua, los cultivos y la calidad de los suelos. 

La crisis del COVID-19 exacerbó la vulnerabilidad en la que vive la mayoría de la población, afectando sobre todo a las mujeres rurales e indígenas, con discriminaciones de todo tipo que limitan las oportunidades de desarrollar sus negocios, adquirir habilidades, mejorar en sus profesiones y crecer económicamente. 

ONU Mujeres trabaja con Fundación Gran Chaco para hacerle frente a esta situación. Así surge así el proyecto “Womek, emprendedoras del Gran Chaco”, con financiamiento de Google.org. 

La iniciativa promueve la autonomía económica de las mujeres rurales, la generación de nuevos ingresos y oportunidades de empleo, e impulsa el desarrollo social, económico y medioambiental, a partir de desarrollar las habilidades digitales y empresariales de las mujeres participantes.  

Lucía Ruiz, productora de cabras, lideresa campesina y defensora de la tierra del Chaco salteño, en el norte de Argentina, es presidenta de la asociación civil Unión y Progreso (fundada en 2009 y compuesta por una membresía del 80% de mujeres y 250 familias) e integra la comisión directiva de la Federación Nacional de la Agricultura Familiar (FONAF).  

También es fundadora del grupo de “Mujeres Campesinas Sembrando Esperanza” y forma parte de la Red de Defensoras Ambientales del Colectivo de Mujeres del Chaco Americano y de la Red de Mujeres Rurales.  

“Soy la cuarta generación viviendo en El Pértigo. Toda la vida hemos vivido del monte y de los animales”, comenta Lucía, nacida a 25 kilómetros de Coronel Juan Solá, en la provincia de Salta. 

Gracias a esta iniciativa, la asociación Unión y Progreso podría construir una sala de faena de cabritos y comprar camionetas que permitan transportar a los animales. “Queremos que las mujeres tengan herramientas para trabajar con ganadería menor para que sigan siendo el pilar de la familia, pero con reconocimiento”, explica.  

Antes las mujeres cuidaban del ganado, pero eran los hombres quienes salían a vender y se llevaban las ganancias. “Muchas veces ellas les daban los cabritos, y la mercadería y el dinero no volvían. Antes nosotras no teníamos vacas, solamente ellos”.  

Sin embargo, hoy las mujeres tienen sus propias vacas y acceso al Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (RENSPA), lo que les da la posibilidad de vender sus animales y empezar una nueva vida, sobre todo a quienes atraviesan una situaciones de violencia de género. 

“Siempre es el hombre el que lleva a la mujer a vivir a su territorio. La mujer luchó mucho por tener autonomía y tener la documentación de sus animales para, de alguna manera, poder salir. Que una mujer resurja en medio del campo, cuesta. Es complejo, pero no imposible”, asegura Lucía. 

A partir de procesos innovadores en el sistema de producción y mejoras en la comercialización local, Lucía fortalece la organización de las mujeres campesinas en el territorio y reivindica su rol en la economía regional. 

“Pude formar a grupos de mujeres para que tomen clases, capacitaciones sobre violencia de género, emprendimientos, saber valorar su dinero y que su economía sea valorada”, detalla. 

Defensora de la tierra y del medio ambiente 

En 2019, Lucía fue la voz de las mujeres campesinas en el Congreso Internacional por el Cambio Climático de España, y en 2020 recibió el premio Berta Cáceres por parte del Senado de la Nación de Argentina, en reconocimiento a su trayectoria como defensora del medio ambiente y la tierra. 

“Queremos un progreso donde cuidemos el medio ambiente. Venimos recuperando los peladares –campos áridos y sin vegetación- con cerramientos y rastreos de las zonas donde hay cero montes”, comenta, destacando la importancia de usar técnicas que contribuyan a la preservación del ecosistema. 

Uno de los problemas que afecta a la región del Gran Chaco es la sequía. En respuesta, se realizan cerramientos para generar microclimas de humedad. “Tenemos que realizar represas en nuestros predios del Chaco salteño, una zona semiárida cada vez más árida. Hace años que no tenemos lluvias copiosas. Tenemos que recuperarlas”, explica. 

También son vitales las aguas subterráneas derivadas de las lluvias. “Hay que cuidarlas y que el gobierno nos ayude, que las empresas petroleras, mineras y del litio sepan controlar el uso del agua porque cada vez hay menos”, advierte la dirigente. 

“Queremos que la Argentina despierte, no solo las comunidades originarias, del campo o pequeños productores, sino en las grandes ciudades. Sin el agua, no podemos sobrevivir”. 

Lucía recalca que deberían ampliarse los esfuerzos por concientizar a la población sobre la escasez del agua. “Cuidamos el medio ambiente y el agua para producir, queremos ser visibilizadas como parte de la economía argentina”. 

Lucía recuerda, finalmente, que es necesario involucrar a las grandes ciudades para que les ayuden a conservar el medio ambiente. “Es nuestro apoyo para la producción y nuestra vida en el campo y el monte con la ganadería mayor y menor. Necesitamos que nos den la posibilidad de mantenerlo vivo y que no desaparezca”.