María Luisa Quechupan: una lideresa comprometida con preservar la cultura mapuche y transmitirla a las nuevas generaciones
La lideresa mapuche, María Luisa del Carmen Quechupan ha impulsado y participado en diversas iniciativas sociales y políticas para promover la autonomía económica de las mujeres indígenas. Es fundadora de la Cooperativa Kuifi Yegen (renacer de pasado), desde donde colabora con el Programa Originarias de ONU Mujeres para promover la participación de las emprendedoras mapuches de diversos rubros como la orfebrería y la textilería con miras a internacionalizar sus productos.
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Lideresa indígena y transmisora de la herencia cultural mapuche
María Luisa del Carmen Quechupan nació en Panquipulli, en Valdivia, región de la Araucanía, en un entorno rural impregnado de tradición y respeto por la naturaleza. Desde su infancia, tuvo una conexión íntima con la naturaleza. “Mi infancia fue muy hermosa. Me levantaba a las seis de la mañana, íbamos al estero a bañarnos. Después, me perdía en la montaña, disfrutando del canto de los pájaros, el olor del azufre y el crujir de las hojas bajo mis pies. Para mí, era un placer estar en la montaña”, recordó con nostalgia.
María Luisa no solo heredó una profunda conexión con la tierra, sino también la responsabilidad de transmitir los conocimientos y valores de su cultura. En su comunidad, fue reconocida como papay, que significa “mujer sabia”, un título de gran respeto que se otorga solo a aquellos con vasto conocimiento y sabiduría, un modelo de vida para los demás. “Llegué simplemente como Luisa, pero con el tiempo, me gané el nombre de papay por mis intervenciones en la comunidad. Cuando algo estaba mal, yo oraba, y la comunidad me otorgó ese nombre como muestra de respeto”, relató Luisa, quien recibió este título hace apenas unos años.
María Luisa se ha dedicado a preservar y transmitir la cultura mapuche tanto como papay como desde su rol como educadora intercultural en jardines infantiles y colegios, desde donde se enfoca en la enseñanza del mapudungun y las prácticas ancestrales.
“Nuestra cultura es rica en conocimiento. Aunque no tenemos libros escritos, lo hemos transmitido oralmente a través de generaciones. Nuestro pueblo tiene leyes, medicina y sabiduría que se han mantenido vivas por siglos. Es mi deber pasar este conocimiento a los jóvenes”, afirmó Luisa, quien durante muchos años organizó talleres de mapudungun que atraían a jóvenes de toda la comunidad.
María Luisa también ha transmitido su conocimiento sobre el telar, una práctica ancestral que aprendió de su madre. “Al principio, no me gustaba tejer, lo encontraba muy difícil. Pero con el tiempo, me apasioné y me convertí en una telarista. Mis hijas también han seguido este camino, aunque cada una ha tomado su propio rumbo”, explicó orgullosa de su legado. El telar, para Luisa, es más que una simple técnica artesanal, es una forma de escritura, un símbolo de la identidad mapuche que ha perdurado por más de 100,000 años.
Liderando el camino de la asociatividad
Además de su rol como educadora y guardiana del conocimiento ancestral, María Luisa ha sido una líder en la creación de espacios de colaboración. Junto con otras mujeres de la comunidad, formó la Cooperativa Kuifi Yegen con el sueño de que los productos artesanales mapuches lleguen a todo el mundo. “Queremos que nuestros productos viajen al exterior, que sean valorados y respetados por lo que representan: nuestra historia, nuestra cultura, nuestra identidad”, explicó con determinación.
La alianza con el Programa Originarias de ONU Mujeres tiene como propósito no solo promover la autonomía económica de las mujeres que participan en la cooperativa, sino también ser parte de una gran red nacional de mujeres indígenas. Bajo ese marco, la papay Luisa ha participado en las Escuelas de Liderazgo y como facilitadora de otros encuentros de formación.
“Esta alianza ha sido muy enriquecedora, y gracias a ella hemos podido conectarnos con otras personas y extendernos fuera de nuestra comunidad”, sostuvo.
Para María Luisa, ser una papay y una mujer indígena en una posición de liderazgo ha sido una experiencia que exige humildad y respeto. “Una papay no es alguien que dice ‘yo lo sé todo’. Debemos ser humildes, escuchar a los demás y no buscar vanagloria. Es un gran honor, pero también una gran responsabilidad”, comparte. Su mensaje a otras mujeres indígenas de América Latina y el Caribe es claro: “A las mujeres indígenas de América Latina y del mundo, les pido que se aferren a su cultura, que preserven su idioma y respeten su entorno. La naturaleza está siendo perjudicada, y es nuestra responsabilidad protegerla”.
La historia de papay Luisa es un reflejo de la resiliencia y sabiduría del pueblo mapuche, un recordatorio de la importancia de preservar las raíces culturales en un mundo que cambia rápidamente. Como mujer indígena, sigue recorriendo el camino de sus ancestros, transmitiendo su legado a las nuevas generaciones, con la esperanza de que el idioma, las tradiciones y el respeto por la naturaleza no se pierdan jamás.