Más derechos, menos discriminación y más acceso a educación y a salud para las mujeres afrolatinas, afrocaribeñas y de la diáspora

Desde 1992, cada 25 de julio se conmemora el Día Internacional de la mujer afrolatina, afrocaribeña y de la diáspora. El objetivo de esta conmemoración es visibilizar a las mujeres afrodescendientes y promover políticas públicas que ayuden a mejorar su calidad de vida y a erradicar el racismo y la discriminación.

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La región de América Latina y el Caribe es una de las regiones más desiguales del mundo, siendo el sexismo y el racismo parte fundamental de esa desigualdad que es determinante en la condición socioeconómica y que se manifiesta también en la violación de los derechos humanos de las mujeres afrodescendientes de la región.  

La directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza, afirmó: “Las mujeres afrodescendientes experimentan formas múltiples de discriminación debido a su condición étnica, racial y de género. Aunado a esto, la ausencia de políticas orientadas a atender las desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres afrodescendientes y sus comunidades ponen de manifiesto el racismo, sexismo y los estereotipos raciales que limitan los derechos humanos de las mujeres afrodescendientes”.  

Cabe destacar que la población afrodescendiente de América Latina y el Caribe es de 134 millones de personas, representando un 21% de la población total de la región. Según las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 2020, se trata de más de 108 millones de personas en Brasil, que representa el 50,9% de la población; un 95,5% de la población haitiana (más de 10 millones de personas); y entre un 7% y un 10% de la población de otros cinco países (Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá y República Dominicana). 

Las mujeres afrodescendientes se encuentran en una situación muy desigual en comparación con las que no son afrodescendientes. Por ejemplo, las tasas de pobreza en hogares monoparentales con jefatura femenina afrodescendiente son alrededor del doble de aquellas con jefatura femenina no afrodescendiente en el Brasil, el Ecuador y el Perú, y el triple en el Uruguay.1  

Adicionalmente, los datos disponibles muestran que las personas afrodescendientes, especialmente las mujeres, sufren desproporcionadamente la pobreza, el trabajo infantil y la violencia. También hay que destacar que los/as jóvenes afrodescendientes forman la gran mayoría de aquellos que ni trabajan, ni estudian, estando prácticamente ausentes en las ocupaciones con mayores ingresos, socialmente reconocidas, así como en los espacios de poder y decisión.  

En América Latina y el Caribe ONU Mujeres ha apoyado iniciativas que buscan beneficiar a mujeres expuestas a mayores vulnerabilidades. Varias de estas tienen foco en mujeres afrodescendientes, fortaleciendo su capacidad de liderazgo y organización, lo cual puede tener un impacto más amplio en el desarrollo económico inclusivo. 

Conoce algunas historias:

El trabajo doméstico y el trabajo de cuidados  

En América Latina y el Caribe, más de 18 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de las cuales el 93% son mujeres. Más del 78% de estas personas operan en la informalidad lo que supone el 11,4% de las mujeres ocupadas en la región. El trabajo doméstico remunerado, ocupación que está en la punta de la cadena de cuidados, tiene raza y color. Por ejemplo, en Brasil, alrededor de 7 millones de personas se desempeñan en el empleo doméstico, con alrededor de 4,5 millones, o un 63%, son afrodescendientes.  

Asimismo, en cinco de los ocho países con información, las mujeres afrodescendientes suponen la mayoría de las trabajadoras domésticas remuneradas, en comparación con las mujeres no afrodescendientes. 

En Ecuador, una de cada cinco mujeres afrodescendientes se encuentra ocupada en el trabajo doméstico remunerado y en Costa Rica, Brasil, Nicaragua y Honduras, más de un 10% de estas se desempeñan como trabajadoras domésticas. 

El rostro de la desigualdad en la región 

Dado a que no todos los países tienen datos y análisis de calidad desagregados por sexo y raza/ etnia, existe una invisibilidad estadística que dificulta el acceso a un panorama real sobre la población afrodescendiente. Esto constituye uno de los mayores retos para el avance de las políticas públicas y acciones afirmativas que contribuyan a fortalecer su desarrollo e inclusión y el pleno disfrute de sus derechos fundamentales. 

Teniendo en cuenta las múltiples discriminaciones que afrontan las mujeres afrodescendientes, es necesario hablar de interseccionalidad y profundizar acerca de los distintos contextos y formas múltiples de discriminación que impactan a las mujeres afrodescendientes. De esta manera se podría ahondar sobre las desigualdades estructurales que requieren ser atendidas para garantizar el acceso a las oportunidades laborales, educativas o de la salud, incluida la salud sexual y reproductiva, entre otras, así como las barreras sociales y culturales que dificultan la transformación de las situaciones de exclusión y discriminación a las cuales se ven expuestas frecuentemente. 

Durante el mes de julio, la oficina regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe lanzó una encuesta para recabar información sobre las necesidades, demandas y recomendaciones de las mujeres afrodescendientes en cuanto a los cuidados. La principal recomendación para promover que los intereses de las personas afrodescendientes de la región sean parte de las iniciativas a vinculadas con los cuidados es impulsar su participación en los espacios de toma de decisiones. Además, el acceso a la salud y a la educación se perfilan como las principales demandas para asegurar que sus necesidades sean tomadas en cuenta por parte de los poderes públicos, al tiempo que reclaman políticas que permitan el pleno goce de sus derechos humanos.  

Otros recursos: